Antes de que se enfríe el café es un libro muy sencillito, con una única ubicación y apenas una decena de personajes, pero con una premisa genial: en una pequeña cafetería de Tokio es posible viajar al pasado, siempre y cuando se cumplan una serie de reglas. Se podría decir que es una novela de viajes en el tiempo, pero realmente no lo es. No hay bucles, ni espirales, ni paradojas, ni realidades paralelas... es todo mucho más sencillo. Las estrictas reglas que rigen los viajes al pasado —no se puede salir de la cafetería, el presente nunca cambiará, solo puedes permanecer en el pasado lo que tarda en enfriarse un café, y otras tantas del estilo—, no solo limitan a los personajes, sino que acotan la narración. Esto da lugar a una historia fácil de entender y digerir, cualquiera que sea el lector que tengan delante, y una trama mucho más humana y visceral, cargada de momentos puramente emocionales: un último adiós a un fallecido, el desquite de volver a una conversación que te...