Un debut literario con una historia muy sólida, que mezcla lo más crudo de una investigación policial cargada de sicarios, con momentos más tiernos, dedicados a las relaciones entre los personajes. Engancha desde su obertura, con un falso asesinato, para luego plantear un misterio en múltiples puntos de vista. Y a pesar de ser una de esas novelas en las que desde el principio sabes quién es y qué quiere el malo, logra mantener tensión durante buena parte de la obra.
La historia gira en torno a padre e hija, siguiendo las pistas dejadas por su difunta esposa, en una búsqueda del tesoro algo reminiscente —salvando las distancias— de las novelas de Robert Langdon. Salvo porque las pistas no requieren conocimientos de historia o arte, sino que están inspiradas en momentos y recuerdos de la vida de esta familia, dándole un toque más emocional a la investigación.
A esto se suma la complejidad que aportan a la narración los múltiples intermediarios. Además del punto de vista del protagonista, su hija y el malo, tenemos al sicario que tiene que recuperar los datos, al segundo sicario que les está vigilando, y a un tercer sicario que tiene que matar a los otros dos una vez cumplan su cometido. Pero es que además uno de los sicarios está enamorado de otro de los personajes... Todo esto da pie a una situación de cazador cazado, con múltiples capas de lealtad, seguimiento y vigilancia, que hace maravillas por mantener la tensión y aportar profundidad a la trama.
A pesar de que con estos mimbres, es evidente que va a haber alguna traición o algún cambio de chaqueta, la novela no resulta particularmente predecible. Hubo un momento que creía ver por dónde iban los tiros, pero no: la secuencia de Milán no tiene piedad ni con el lector, ni con su salud cardiovascular. Lo mismo ocurre con el final, muy bien orquestado para mantenerte en vilo esos últimos párrafos, y cierra toda la historia en un círculo al que solo le falta ponerle un lazo.
La ejecución de la novela, sin embargo, me ha parecido más inconsistente. Hay partes muy bien escritas, sobre todo para un autor novel, con un estilo evocador, casi poético. En concreto, todas las escenas que se centran en la relación de Daniel con su mujer o su hija, que será la más inspirada en la vida real del autor, están muy bien desarrolladas.
Las escenas de altas esferas, espionaje y demás, por el contrario, quedan un tanto cojas. Mucho tell y poco show. Nos dicen que alguien es muy bueno convenciendo a la gente, o borrando sus rastros, o lo que sea, pero nunca llegamos a ver al personaje poner esas habilidades en práctica.
Con los trasfondos de los protagonistas pasa algo parecido. Están metidos a capón, son volcados de información más que otra cosa, como si el autor hubiera querido quitárselos de encima para volver a la trama.
Por lo visto el autor escribió la novela en diez días durante su baja de paternidad, lo cual es impresionante y digno de admirar, pero se nota. La novela parece un borrador. Un primer borrador muy bueno, pero un borrador al fin y al cabo, al que creo que le hubiera venido bien un par de meses más en el horno, y alguna vuelta más tanto por parte del autor como pasando por lectores beta.
Algo de cariño por parte de la editorial tampoco le habría hecho daño. Hay bastante repetición de palabras en el mismo párrafo, o de conceptos en párrafos o capítulos sucesivos. He visto errores tipográficos casi en cada página, inconsistencias de estilo y tiempo verbal, abuso de la generalización... Cosas que son inevitables y nos pasan a todos, pero que tendrían haber salido en las distintas rondas de revisión y que, de nuevo, me dan la impresión de estar leyendo un borrador y no el producto final.
La portada es una imagen de archivo, el índice tiene algunos capítulos en negrita minúscula, y otros en mayúscula sin negrita, demostrando que la editorial ha ido a mínimos y que aquí nadie ha revisado las galeradas. Por no hablar del tremendo error de no comprobar que ya existen otros veinte libros con el mismo título, uno de ellos, el de Gema Tacón, en el mismo género y estilo.
En suma, un diamante en bruto, que por desgracia ha quedado sin pulir. Una historia muy buena, lastrada no sé si por las prisas o la inexperiencia, pero sin duda por una flagrante falta de cuidado por parte de la editorial. Es alucinante que la única forma de encontrar información sobre el libro sea en el Instragam del autor, y que Octubre Negro no haya sido capaz aún ni de añadirlo al catálogo de su web. Con dos meses más de trabajo y media docena más de ojos, este libro podría haber sido una joya.
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