Compré este libro porque mi mujer siempre ha dicho que la ciencia ficción es muy fría e inhóspita, y quería probarle lo contrario. Y en ese sentido, objetivo conseguido. Esperaba un poco más de la historia, pero ya llegaremos a eso.
El libro sigue a la estridentemente variopinta tripulación de una nave espacial en el "gran trabajo" que les va a permitir dar el salto, renovar su nave y hogar, disfrutar de unas vacaciones, etc, etc, etc... Premisa habitual en el género donde las haya.
La trama y el tono de la misma, sin embargo, no persiguen la tensión, la acción o el rigor científico al que podríamos estar habituados, sino resultar íntimos y acogedores; tan entrañables como una taza de té caliente en el silencio de la mejor compañía. La novela, desde luego, es diferente a cualquier otra ciencia ficción que haya leído. Más sensaciones que trama, una sucesión de pequeños momentos compartidos por los personajes a lo largo del viaje: una cena, una conversación en el pasillo, o por el intercomunicador antes de apagar las luces e irse a dormir... Se encuentran algunos obstáculos, algunas amenazas, el libro no es del todo insulso a ese respecto, pero de nuevo, el foco nunca está en la adrenalina del momento o en la resolución del problema, sino en cómo los personajes se sienten durante o después, cómo cada uno lidia con la tensión, o cómo se apoyan unos a otros.
Un enfoque que busca la empatía y ternura del lector, y que tiene aún más mérito por el hecho de que la mitad de los personajes no sean humanos, sino alienígenas. Pero alienígenas bien escritos, con su cultura, su forma de pensar y expresarse, de ver el universo o de entender las relaciones personales. Y todos ellos con narración desde su punto de vista. Esto es quizá lo que más me ha gustado, lo bien planteadas que están las relaciones y convivencias entre especies alienígenas, vistas desde uno y otro lado, y sobre todo yendo al pequeño detalle del día a día. Cosas como que hayan puesto alfombras en los suelos de rejilla metálica, porque uno de los tripulantes tiene garras, no usa calzado, y ya se ha arrancado un par de uñas. O que tengan vasos adaptados, porque otro tiene hocico en lugar de labios y no puede beber directamente de un botellín de cerveza.
Sin embargo, a pesar de que las escenas individualmente me han gustado mucho, la historia en su conjunto se me ha quedado algo corta. A pesar de arrancar con un misterio —¿Qué hace la chica nueva aquí, de qué huye y quién es en realidad?—, no es solo que el libro me haya resultado poco trepidante, sino que no he encontrado nada que tirara de mí o me incentivara a leer un capítulo más.
En esencia, no hay tensión, tanto para bien, para crear esa atmósfera agradable y optimista, en la que sabes que todo va a acabar bien de un modo u otro, como para mal.
De hecho, para mi gusto, el misterio está bastante mal llevado. Se plantea en la primera página, se hace alusión a él en el primer capítulo y luego no se vuelve a mencionar, ni de pasada siquiera, hasta el momento en que pam, la chica decide dar todas las respuestas porque ya no puede aguantarlo más. Y entremedias... ¿La habíamos visto morderse la lengua? ¿Mentir? ¿Sudar apurada por que no la pillaran? No. Ni caminito de miguitas de pan, ni pistas, y por supuesto imposible para el lector haber intuido algo.
Y lo mismo pasa con otras tantas subtramas. Se introducen, no se vuelven a mencionar, y de pronto cien páginas más tarde, como el Guadiana, vuelven a aparecer para alcanzar su climática resolución. Entiendo que en un viaje que dura más de un año, no nos quieren aburrir con la rutina del día a día en la nave, y a veces hay largas elipsis temporales, pero el resultado es una sucesión de viñetas, más que un continuo.
Le falta quizá algo de cohesión, es lo que quiero decir.
En resumen, el libro está bien, entiendo lo que quiere hacer, aprecio la novedad que trae al género y que supongo que es lo que le valió el premio Hugo, pero creo que no es un libro para lectores de ciencia ficción. Quien más lo va a disfrutar son lectores de novelas acogedoras, de esas de gatos y cafeterías, a a quienes este libro puede abrir las puertas a una ambientación diferente.
Si habéis leído algo de la estantería de "cozy fantasy" y os gustó, algo como El café de las Leyendas, de Travis Baldree, que es quizá la novela que puso el subgénero en el mapa, creo que este libro también os puede gustar.
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