Quizá haya sido una cuestión de expectativas, de esperar de un libro lo que no es, pero esta novela desde luego no ha cumplido las mías. La premisa —una mujer negra de 1976 que viaja a la América esclavista de 1815—, me parecía fascinante; una combinación entre novela de época y ciencia ficción, un choque entre dos realidades brutalmente diferentes. Por desgracia, y esto es algo de lo que me hubiera gustado estar advertido antes de empezar el libro, la historia gira única y exclusivamente en torno a los entresijos de blancos y negros una plantación de la América del siglo XIX. La faceta de los viajes en el tiempo —en plural, porque va y vuelve varias veces—, se vuelve algo completamente irrelevante y accesorio. Casi como una excusa para justificar cualquier tipo de anacronismo en la narración. En ningún momento se explica porqué o cómo se producen los viajes en el tiempo. La protagonista no trata de entenderlos, ni de controlarlos, solo se deja llevar. Tampoco trata de cambi...