Si tuviera que resumir este libro en un solo párrafo diría que empieza con una premisa brillante, evoluciona en una entrañable historia con más carácter que acción, y tras un lento y largo divagar, culmina en un final insatisfactorio.
¿Es un mal libro? No. ¿Lo recomendaría? Tampoco. Es bastante normalito. Ahora, lo del dragón del título debería ser denunciable como publicidad engañosa. Hay un dragón sí, pero es como si os dijera que un personaje tiene un gato, pues bien por él, pero el dragón no hace nada ni pinta nada en la historia.
Dicho lo cual, y tras esta larga introducción, ¿de qué va el libro? Pues depende, porque hay dos partes claramente diferenciadas y que no se muy bien como reconciliar.
El principio del libro es, para mí, lo mejor, aunque solo sea por la promesa que ofrece. La historia sigue a una ladrona y espía que puede sentir cuándo alguien miente o dice la verdad. Es una especie de sexto sentido que da pie a una narración muy colorida, en la que la autora no solo describe lo que los personajes dicen y como lo dicen, sino como la protagonista siente las palabras.
La habilidad, en la ambientación de de bandas y barrios bajos del principio de la novela, cargada de veladas amenazas, mentiras, dudosas alianzas y falsas lealtades podría haber dado pie a algo muy interesante.
Por desgracia, al final del primer acto nuestra protagonista decide huir de la ciudad y unirse a un grupo de teatro ambulante, así que borrón y cuenta nueva. No más bandas. No más subterfugio. Nueva ambientación, nuevo elenco de personajes, y un cambio radical de tono. Pasamos de las intrigas a un viaje por caminos, pueblos y bosques, en el que se nos va introduciendo al mundo, a la magia, al trasfondo de cada uno de los integrantes de la troupe...
Es algo bastante evocador e inmersivo, y las conversaciones de hoguera entre unos y otros son de las mejores y más naturales que he leído, pero es todo muy lento. No hay acción, no hay tensión, no hay misterio... casi cuatrocientas páginas en las que solo viajan, se van conociendo y preparan su próxima actuación.
En un momento dado, descubren una inminente amenaza contra su ciudad, pero nada cambia. No hay ni sensación de apremio, porque deciden que lo mejor que pueden hacer es ganar el certamen de teatro para tener la ocasión de actuar ante la élite de la ciudad y advertirles a todos al mismo tiempo. Así que siguen viajando, y preparando disfraces, y ensayando...
De fantasía épica, como se autoproclama el libro, nada de nada. Y es una auténtica lástima cómo se infrautiliza (y eventualmente abandona) la peculiar habilidad de la protagonista. Como he dicho, los personajes tienen mucho carisma, Purn en concreto es adorable, pero llega un punto en que necesito más.
No ayuda para nada el hecho de que den una y otra vez vueltas a los mismos asuntos. A la enésima discusión entre Sable y Talia sobre el mismo tema ya no podía sino suspirar de agotamiento. Mucho hablar, mucho poder en las palabras... pero al final no es más que vuelta la burra al trigo, sin que nadie cambie de parecer o postura. Nadie, y digo nadie, en toda la novela, cambia de opinión sobre nada, por muchos argumentos que le presenten. Nadie.
Y el final, ya lo he dicho antes, es bastante anticlimático. Todo queda en el aire, múltiples arcos narrativos quedan abandonados e inconclusos, y lo poco que se cierra acaba mal. Es el típico final que pretende lanzar una secuela, pero para cuando quiere despertar esa aprensión en el lector ya es demasiado tarde. La novela no ha sabido generar tensión a lo largo de 600 páginas, y el resultado que me despierta el final no es de aliento contenido, sino de indiferencia.
En fin, una pena, porque el principio prometía... pero no puedo recomendarlo. No está mal, tiene personajes e ideas interesantes, pero la trama no me aporta nada. Demasiado largo. Demasiado lento. No me explico cómo han publicado y vendido una trilogía partiendo de esto, ni las estelares reseñas que recibe, ni el dragón del título...
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