He visto este libro categorizado como ficción, como fantasía, y como novela histórica, y yo me preguntaba, ¿cómo es esto posible? Y es que es muy difícil usar la paleta de géneros literarios para categorizar este libro.
No tiene elementos de magia, ni de fantasía, ni nada fuera de lo corriente. Es una novela medieval de caballería a todos los efectos, salvo porque no se se ubica en el mundo real, sino en un universo de nombres y lugares inventados. Sin embargo, está flagrantemente inspirada en la leyenda de El Cid Campeador y la España de los reinos de Taifas y la Reconquista, hasta el punto en que puedes reconocer personajes, acontecimientos y lugares históricos tras el disfraz de sus homónimos, e incluso tienes que forzarte a no buscar esas equivalencias.
Dicho lo cual, tampoco hay gran rigor histórico. Reconoces lugares, reconoces personajes, pero la trama se desarrolla por derroteros distintos a los que nos cuentan los libros de historia. ¿Es una historia alternativa de la época de la reconquista? Pues podríamos decir que sí, salvo por lo del mundo inventado...
Mi impresión es que todo este barullo a medio camino entre realidad y ficción pretende capturar la ambientación y las temáticas de la reconquista y los reinos de taifas —el choque entre culturas, las lealtades divididas, los conflictos entre honor y lealtad—, pero evitando verse atado por el rigor histórico, para así poder crear una historia más redonda, con sus paralelismos e ironías, con sus círculos que se cierran y sus reveses e imprevistos.
Y el resultado, dejadme que os diga, es muy satisfactorio.
La novela combina con gran habilidad una habitual narrativa en tercera persona, encaramada al hombro de un amplio elenco de personajes, con pasajes que recuerdan más a un libro de texto. Reduce el ritmo de los acontecimientos para acercarnos más a los personajes y su conflicto interno en los momentos clave, pero permite también el paso de meses o años en apenas unos párrafos cuando es necesario. Es una apuesta que podría haber terminado en desastre, pero que funciona muy bien y mantiene la historia en constante movimiento.
Lo cierto es que el libro me ha resultado sorprendentemente ligero de leer, pese a sus largos capítulos y complejas temáticas, y las páginas han pasado volando entre mis dedos sin apenas darme cuenta.
Una de las cosas que más me ha gustado es cómo captura la complejidad cultural y las tiranteces políticas de la "época", y cómo una y otra vez incide en los delicados equilibrios de lealtades, en los lazos que unen a personajes de distinta fe, y en cómo estos se ven puestos en jaque por el curso de los acontecimientos. Hay una frase que repite varias veces uno de los personajes, que captura perfectamente el espíritu de la novela, no por la pregunta en sí, sino porque nunca llega a ser capaz de darle respuesta: ¿quiénes son mis enemigos?
Todo este nudo de lealtades en conflicto conduce a un final absolutamente magistral, con un duelo al anochecer en el que te encuentras a ti mismo apretando los puños por que no haya un vencedor, pues realmente lo que no quieres es que haya un vencido.
El autor sabe muy bien el peso que tienen estas últimas escenas, y durante el último capítulo y el epílogo aprovecha para jugar una y otra vez con la percepción del lector, como los dos duelistas, fintando a la derecha para golpearte por la izquierda. Te tiene en vilo, te hace saltar de conclusión en conclusión, hasta llevarte a un final agridulce, pues inevitablemente hay un vencido, pero no por ello es menos satisfactorio.
Muy, muy recomendable. No está a la altura de otros libros del autor, como Tigana, que para mí es un 10/10, pero es una novela excelente.
Hay que ir con la mentalidad adecuada, eso sí. Si buscas una historia sobre El Cid, el hecho de que los personajes sean inventados y el rigor histórico brille por su ausencia te va a dejar mal sabor de boca. Si buscas fantasía, las evidentes referencias a personajes históricos van a romper un poco la magia. Pero creo que como una novela de caballería, muy inspirada en la realidad, pero sin pretender ni llegar a ser histórica, está genial.
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