El primer libro en la nueva saga de Brian McClellan, por desgracia —porque yo no sabía que era una saga y ahora me va a tener esperando en el candelero hasta a saber cuándo—, me ha encantado. Es un estilo muy similar a su saga anterior, Los Magos de la Pólvora, con esa mezcla de magia y mosquete tan poco habitual en la fantasía.
Lo mejor del libro para mi gusto, son los personajes.
Demir es un héroe-antihéroe genial. Un hombre carcomido por la culpa y la tragedia, caminando la sinuosa línea entre un político reformista, que quiere mejorar la vida del ciudadano promedio, y el noble aristocrático, cargado de responsabilidades, expectativas e intrigas. Todo ello con unos poderes mágicos que hacen que cualquier persona le tome por un sanguinario carnicero sin escrúpulos. Es todo dualidad, conflicto y contrates. Y está muy bien escrito.
Kizzie Vorcien, en el papel de detective privado, es otro personaje gris muy complejo e interesante. Cargada de conflictos de intereses y lealtades, trata de navegar una telaraña de intrigas, aferrándose a sus principios y reputación: ser la única sicaria honrada de la ciudad.
Los otros dos personajes, una ingeniera inmune a la magia, y un soldado veterano de buen corazón, están bien, pero son más normales.
La historia esta muy chula y, sin desvelar nada, diré que tiene de todo: tiene acción, a pequeña y gran escala; intriga, desde el politiqueo hasta los bajos fondos; romance, lealtad, amistad, traición... tan completa como trepidante. Me ha tenido enganchado de principio a fin.
El giro que toma hacia lo sobrenatural al final no me aporta mucho. Prefiero historias a un nivel más terrenal —pese a la existencia de magia—, más centradas en los personajes, pero sí es cierto que deja ver que hay algo más allá, algo con bastante potencial y que rompe con el habitual recurso de los dioses para escalar el conflicto.
En suma, el libro me ha encantado. Esta reseña escrita a nueve dedos por culpa de una lesión no hace justicia a lo bien escritos que están y lo complejos que son los personajes, y estoy deseando leer la segunda parte, porque al final quedan muchas cosas resueltas, pero otros tantos cabos sin atar.
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