Un mes en el campo | J.L. Carr

Aunque seré el primero en admitir que esta no mi clase de lectura habitual, el libro es cortito y venía muy bien recomendado, así que decidí darle una oportunidad y, sin que su lectura haya revolucionado mi mundo, me ha gustado —o al menos me ha hecho sentir— más de lo que esperaba. 

El libro, escrito en primera persona, nos cuenta la historia de un superviviente de la Segunda Guerra Mundial, traumatizado por su experiencia en las trincheras, al que su mujer ha abandonado y que, tras regresar de Francia, acepta un trabajo para restaurar el mural de una iglesia medieval en un pequeño pueblo del norte. 

A lo largo de ese verano, de ese mes en el campo, vemos cómo el protagonista va sanando emocionalmente y se emociona con el misterio tras el mural que, como él, vuelve a salir a la luz desde detrás de una capa de cal.

Realmente no hay ningún misterio, sorpresa o giro narrativo. El libro es una sucesión de escenas cotidianas. Un hombre trabajando, una comida o un paseo en el campo, té y conversaciones con los vecinos del pueblo, el partido de los domingos, un amor imposible e inesperado, una amistad efímera que durante unos meses arde con la intensidad de una vela... 

Todo ello evoca ese recuerdo de los veranos de juventud, como islas en el mar de la memoria; recuerdos cálidos a los que no podemos regresar sino cerrando los ojos. El resultado es un relato tan tierno como triste. El propio protagonista lo dice, refiriéndose a sus memorias en ocasiones como "el mejor momento de mi vida" y en otras como "el día más triste de mi vida".

El final, cuando él tiene que dejar el pueblo y continuar con su vida es triste, trágico, y te golpea con fuerza, porque pese a la diferencia de años y entorno, es algo con lo que todos podemos empatizar. Ese final, esa despedida, el fin de unas relaciones que tratarás de mantener durante unos años, quizá como cartas en un cumpleaños, pese a en el fondo saber que han muerto antes de decir el último adiós. 

Como he dicho, no es mi género de novela predilecto, no es un libro para quien busque acción o una lectura trepidante, pero para quien le gusten esta clase de historias, más cotidianas y emotivas, creo que es un libro muy recomendable.