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Architects of Memory | Karen Osborne

El libro tiene potencial, no lo niego, pero mi opinión de él no ha hecho sino decaer a medida que pasaban las páginas. 

Los dos primeros capítulos, de hecho, son casi perfectos —hacen una labor excelente a la hora de presentarnos la situación, el universo y el tono de la novela—, y el concepto de una sociedad esclavista gobernada por corporaciones en las que la gente tiene que venderse a sí mismo casi como "sirvientes", tratando de ganar más de lo que gastan hasta poder "comprar" su ciudadanía, es muy interesante. 

Pero eso debió ser todo lo que leyó quienquiera que decidiera que publicar esto, porque a partir de ahí el libro no es sino una amalgama derivativa, tediosa y falta de cualquier tipo de ritmo, tensión, personalidad o carácter. 

Architects Memory Karen Osborn

De los personajes no puedo deciros nada, porque son unidimensionales y carecen de cualquier tipo de fondo. Todos tienen la misma voz, la misma forma de expresarse, el mismo modo de pensar y describir las cosas, incluso cuando los capítulos cambian de punto de vista. 

Ni siquiera sé qué aspecto tienen. No puedo imaginármelos más que como un ente gris sin rostro. El ingeniero hace bromas... salvo que nos dicen que le gusta hacer bromas, no es que le veamos hacerlas. La soldado es más joven que la protagonista... no sé si pretenden dar a entender que es una niña soldado o qué, pero como no sé qué edad tiene la protagonista, saber que la otra es más joven que ella no me aporta nada. La capitana y la piloto son dos copias exactas salidas del mismo molde. 

Y os estoy hablando de los personajes principales... fuera de los seis tripulantes de la nave Veinticinco, el resto de personajes no tienen más que un nombre y un cargo al que aferrarse como semblanza de algo parecido a caracterización y personalidad. 


El problema, claro, no son solo los personajes. La historia es igualmente insulsa. Al principio —en esos dos excelentes primeros capítulos—, hay una cierta tensión y misterio, pero a medida que pasan las páginas todo se va quedando en agua de borrajas y para la página cien estaba más que aburrido y deseando terminar. 

Constantemente se introducen elementos de aparente relevancia que pasan a ser luego ignorados o abandonados. La compleja y desigual relación entre la protagonista y su jefa aparece cada dos páginas en el primer tercio del libro, para luego no volver a tener relevancia hasta el penúltimo capítulo. Las alucinaciones de la protagonista, que la hacen desconfiar de sus propias manos para pilotar —y es la piloto—, que la hacen perder el conocimiento y que tiene que ocultar a toda costa al principio de la novela, dejan de aparecer o de impedirla pilotar tan pronto como la descubren. 

La protagonista firma un contrato de servidumbre total, que le obliga a decir que sí a todo lo que le ordenen, pero nunca tiene que enfrentarse a ello y al capítulo siguiente queda libre, a su aire y sin ningún tipo de supervisión. Le ponen un monitor para saber siempre dónde y cómo está, y durante dos capítulos no para de rascarse el brazo y recordarnos el monitor, pero este luego nunca se usa para nada. Al parecer hay una cierta escasez de energía y las pistolas hay que recargarlas, pero nunca nada se queda sin pilas. Hay un cacharro que destruye los recuerdos y la memoria de la gente, pero en el caso de los protagonistas siempre son cosas sin relevancia, como aquel planeta que visité una vez, y no el qué puñetas quería hacer yo hace cinco minutos, como les ocurre a los malos. Hay una mente colmena de nanobots que se usa mucho para tener trances psicodélicos pero que nadie usa para entenderse, o para demostrarle a quien tiene delante que no está mintiendo, o para nada en realidad.

Y mientras tanto, acontecimientos que deberían ser momentos cumbre de la novela y puntos de inflexión en la historia, como cuando detonan el arma o cuando firma el segundo contrato, transcurren sin mayor relevancia, sin gravedad, descritos en un par de párrafos.

El final, por supuesto, sigue esta misma línea de no usar los elementos que ha introducido, no tener sentido y resultar anticlimático. Los personajes descubren una cosa sobre los aliens y deciden hacer algo en consecuencia, pero no pueden por cierto obstáculo —básicamente que les persiguen y quieren matarles—, así que optan por el plan B, pero se topan con el mismo obstáculo. Así que hacen algo desesperado, destruyen el obstáculo, pero en lugar de volver a su plan inicial, deciden ignorar lo que habían descubierto de los aliens, continúan con el plan B y no resuelven nada. No solo eso, sino que, como son los protagonistas, las consecuencias de su acto desesperado no les afectan y pueden seguir perfectamente con su plan. 


No obstante, lo que más me fastidia es que el libro es una flagrante copia sin nada de originalidad propia. No hay nada que haga este libro que no lo hubiera hecho ya antes y mucho mejor El Despertar del Leviatán. La tripulación empobrecida de una nave sin importancia, que descubre una nave muerta y se ven arrastrada a una conspiración corporativa en torno a un arma alienígena. La tecnología alienígena en sí, igualita a la protomolécula. El científico que trata de hacer sonar razonables sus barbaridades. El protagonista infectado que sufre alucinaciones hablando con otro personaje principal cuando este no está presente. La integración entre materia alienígena y horror corporal como en Eros Station. La compleja relación de desigual poder entre un subordinado y un superior. Todo está copiado de The Expanse. Todo. Incluso el épico salto sin traje espacial de una nave a otra, que ocurre casi al final, está copiado de Nemeis Games


Vamos, que un desastre. Casi no lo termino. No sé cómo han tenido la desfachatez de publicar una secuela. No perdáis el tiempo con él. 

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