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Of Deeds Most Valiant | Sarah K.L. Wilson

No alcanzo a comprender cómo este libro puede tener un 4.3 de valoración en Goodreads. No es que sea nefasto, pero el aprobado lo sacó en revisión y llorando. Es bastante mediocre e increíblemente derivativo de obras bastante mejores. 

La premisa a priori, promete. Paladines en un escape room. Parece original, y podría ser interesante ver cómo casan la férrea doctrina de un paladín con la flexibilidad cognitiva necesaria para resolver acertijos, pero esto demuestra que una buena idea no lo es todo.

Deeds Most Valiant Sarah Wilson

Lo mejor —o debería decir lo único bueno— del libro es la ambientación. Hay diez órdenes de paladines, cada cual como representación de un aspecto de un único dios, ya sea el dios vengativo, o omnipotente u omnisciente, o lo que proceda. Cada orden hace un voto de sacrificio distinto y recibe poderes distintos de una fuente común de magia.

Es un concepto muy bien planteado, ensalzado aún más por las relaciones que existen entre las distintas órdenes, cómo cada una libra con su sacrificio particular, cómo son percibidos por la sociedad o por los otros paladines, los parecidos y diferencias entre los distintos aspectos, algunas evidentes y otras no tanto... Todo eso es muy interesante, pero ahí termina lo bueno.

La historia, por desgracia y pese a su prometedora premisa, es bastante simplona. Los paladines se ven, por motivos irrelevantes para la trama, reunidos en un monasterio perdido de la mano de dios (y nunca mejor dicho), que resulta ser una especie de mezcla entre escape room religioso y sala de torturas demoníaca al estilo de las películas de Saw.

Ellos, claro, no le dan importancia hasta que muere uno. Entonces empiezan a sospechar los unos de los otros, pero muere otro y el que pensaban que era el asesino del primero no puede ser también el asesino del segundo. ¿Qué esta pasando? Tiene que haber un traidor. Se forma subgrupos y camarillas, muere otro. Por fin asumen que es una trampa compuesta de acertijos. Muere otro. Etc, etc, etc. 

Ya sabemos cómo va esto, porque lo hemos visto una y mil veces. De hecho, por haberlo visto, el libro es una copia bastante flagrante de Gideon la Novena, de Tamsyn Muir, que es el mismo concepto pero con nigromantes en lugar de paladines. Representantes de nueve facciones, un lugar aislado lleno de trampas, alianzas y rivalidades, distintas formas de usar la misma fuente de magia. Lo mismito. Hasta tal punto llega la copia que tenemos a la protagonista falta de preparación, demasiado joven para acudir al evento, y al aliado/interés amoroso que es el sanador enfermo. Vamos, una copia de manual y de un libro que ni si quiera es tan bueno.

Pero es que recuerda también a libros mucho mejores, como Diez Negritos, de Agatha Christie, por el grupo de diez personas que van muriendo una a una sin que sepas quién de ellos es el malo, o a Diamond Dogs de Alastair Reynolds, por el sitio aislado, lleno de trampas y acertijos, en el que los personajes tienen que ir sacrificando más y más de sí mismos para avanzar.

Y hablando de acertijos... nunca había leído un libro con enigmas y acertijos tan poco satisfactorio. En ninguno puede participar el lector y tratar de resolverlo. No, porque la solución depende de algo que los protagonistas no han visto, o requiere de un conocimiento que ellos no tienen, y por tanto de información de la que el lector no dispone. Pero realmente da igual, porque los puzles no son más que decorado. En ningún punto de la novela desempeña la sagacidad o el intelecto el más mínimo papel.

Luego la historia tiene un innecesario agujero del tamaño de la Fosa de las Marianas, que no sé si se debe a que a la autora le gustan los perros o a que quiere dejar muy claro que está en contra del maltrato animal. 

El caso es que la protagonista tiene un perro poseído por un demonio, y la misión principal de su aspecto es destruir demonios y ya en el primer capítulo mata a un humano para destruir un demonio, pero que quede claro que ella NO va a matar a su perro, aunque esté poseído por un demonio. Matar a su padre, o a su mentor, o a otros paladines no es problema, pero no a su perro. 

Lo repite una y otra vez, que quede bien claro: ella al perro no lo va a matar, pase lo que pase. ¿Por qué? No se sabe. ¿Tiene alguna consecuencia faltar así a su juramento? ¿Pierde sus poderes? No. ¿Y qué propósito sirve el demonio en la trama? Ninguno. Maravilloso, ¿a que sí?

Al principio podría parecer que el demonio es una pobre excusa para que la muchacha pueda traducir el lenguaje en el que están escritos los acertijos, pero no es así, porque resulta que hay otros tres personajes que pueden leerlo y oh, sorpresa, el demonio podría engañarnos y traducir mal adrede. ¿Cómo podríamos haberlo previsto? Qué inesperado giro de los acontecimientos.

Si por el contrario el perro-demonio esta ahí para aportar elemento gracioso en una situación un tanto oscura, dejadme que os diga, no lo logra. Llegado un punto, interviene tanto para decir cosas irrelevantes e inconsecuentes, que empiezas a filtrar los párrafos en cursiva como ruido de fondo.

El último elemento de la historia, ya como colofón, es la relación entre la protagonista y el guapo y honorable paladín con voto de celibato porque, ¿qué otro paladín podía ser? Forzada es decir poco. Fuera de lugar, surge de la nada, no va a ningún sitio... metida con calzador sería mejor descripción. De hecho, ella es la única mujer en todo este entuerto, como si hubiera una obligación contractual de meter besitos y romance. Un despropósito.

Y por ultimo tenemos el estilo. El libro está escrito en primera persona presente que, bueno, no es habitual, pero vale, lo acepto. El problema es que tiene dos puntos de vista distintos, de dos personas que se pasan toda la novela en la misma habitación, ambos escritos en primera persona. No sé. Quizá no es la mejor decisión. Sí, al principio de cada capítulo te dice desde el punto de vista de quién se narra, ¿pero y si lo dejas a medio capítulo? Cuando pone "yo hice tal", no sabes qué "yo" es. Y para recalcar más el problema, ambos tienen la misma voz. Hablan igual, piensan igual... la única diferencia es que en los capítulos de ella a veces habla el demonio y en los de él, no.

Pero si extrajeras párrafos aleatorios de aquí y de allá, en los que cualquiera de ellos estuviera hablando de o con una tercera persona —obviamente si hablan el uno de o con el otro sí lo sabes—, es imposible distinguir a quién pertenecen. Y me ha pasado en varias ocasiones, que están describiendo unos eventos y alguien hace un comentario y ¡Anda! Si lo estamos viendo desde el punto de vista de este, y no de la otra. Muy confuso. Por no hablar de las peleas, que son un batiburrillo ininteligible de golpes y movimientos. O del hecho de que cada personaje tenga cuatro nombres que se usan indistintamente y que el libro espera que consultes en el glosario: nombre oficial de la orden, nombre coloquial de la orden, nombre de pila, y apellido con el caballeresco Sir delante. 

Total, que bastante mediocre y muy decepcionante. He tenido que forzarme y hacer un esfuerzo para terminarlo. No lo recomiendo. Ni para encender una hoguera.

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