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Reseña | Aleación de Ley | Bradon Sanderson | Mistborn #4

El año pasado leí la primera trilogía de Nacidos de la Bruma y me encantó. Si no la habéis leído, os la recomiendo encarecidamente. Luego descubrí que había otros cuatro libros (el cuarto aún pendiente), pero que estaban ambientados 300 años más tarde y eran mucho más finústicos, en torno a las trescientas páginas, y lo dejé estar. Hasta ahora, claro, y vaya con lo que me estaba perdiendo. 

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La historia es una mezcla entre fantasía urbana, steampunk victoriano, comedia de policias y western de palillo en los dientes; una combinación que no debería funcionar, pero que, de algún modo, lo hace. La trama sigue a Wax, un vigilante que regresa a la ciudad tras sus años combatiendo el crimen en el lejano oeste (que en este caso es el lejano norte) para casarse y tomar el mando de los negocios familiares, pero que acaba viéndose implicado en robos a trenes blindados y el secuestro de jovencitas de alta sociedad.  
Es una premisa simple, pero muy bien contada, con un toque de misterio e intriga, y un ritmo trepidante. Los libros de Sanderson suelen ser lentos durante los dos primeros tercios, preparándote para los grandes acontecimientos del final; bien, este no es el caso. La acción es rápida e intensa: siempre hay algo pasando, y si no es un tiroteo, están descubriendo parte del misterio o en un momento de conexión entre el trío de protagonistas. La historia avanza a toda velocidad y cuando digo que podrías leértelo de una sentada, no exagero. Y esa revelación final... mejor no digo nada. 

Por supuesto, además de la historia, hay un mensaje de fondo sobre el que los personajes reflexionan y debaten largo y tendido; en este caso, las causas de la criminalidad, la culpabilidad de las leyes, y la oposición entre justicia ética y legal. Sin embargo, y reconozco que esto es algo muy personal, dado por mi obsesión con la estadística, mi momento favorito es cuando Marasi explica cómo nuestra percepción nos engaña, haciéndonos creer mentiras cuyo sesgo cae desbaratado ante la matemática más evidente. 

Historia aparte, si habéis llegado hasta aquí, es porque os gustaron los tres primeros libros y queréis saber más de este mundo. Ambientada 300 años después, si esperábais ver a los viejos personajes o sus descendientes, os vais a llevar una decepción. Sin embargo, las referencias están por todas partes: los personajes no están ahí, pero sus nombres aparecen donde menos te lo esperas y te arranca una sonrisa cada vez que mencionan una calle o un parque que lleva el apellido de uno de nuestros viejos héroes. 
Además, está bastante chulo ver cómo el tiempo ha tratado a acontecimientos que nosotros conocemos de primera mano; cómo algunas cosas se han perdido o se recuerdan de forma distinta a lo que realmente ocurrió, y hasta qué punto se han mitificado ciertos personajes, como el Último Emperador, la Guerrero Ascendente o el Lord Nacido de la Bruma.  

Personalmente, mis reservas se concentraban en cómo la magia iba a conservar su importancia ante el avance de la industria, pero mis miedos eran infundados. La revolución industrial trae consigo la aparición de nuevos metales, como el bendaleo, que permite manipular el tiempo, y la mezcla de linajes permite un sinfín de combinaciones de poderes alománticos y fueruquímicos. 
Para mi gran satisfacción, los tiroteos de este libro consiguen ser al mismo tiempo tan reminiscentes de los viejos duelos con monedas y dagas de obsidiana, como innovadores en el uso que la tecnología y la combinación de poderes impone a los personajes. En la trilogía original los personajes estaban encorsetados dentro de las limitaciones del tipo de alomancia que podían practicar; ahora casi parecen superhéroes, cada uno con una combinación de habilidades únicas. 

El libro, huelga decirlo, no es tan bueno como los de la trilogía original: la trama y los personajes no tienen el mismo nivel de complejidad, pero tampoco puedes comparar un libro de 300 páginas con uno de 1000. Claro está, eso no significa que sea malo en absoluto: es una historia trepidante, con un refrescante giro a los poderes que, reconozcámoslo, empezaban a estar un poco trillados tras tres libros, y un fantástico punto de regreso a Scadrial que recomiendo a todos los fans de la saga. 
De hecho, se lo recomiendo a todo el mundo, haya leído Nacidos de la Bruma o no. Por supuesto que disfrutarás más el libro si pillas todas las referencias a la trilogía original, pero no hay nada que necesites realmente saber de antemano para disfrutar de esta aventura.

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