Bueno… pues he terminado
de leerme Tú, el inmortal, galardonado Premio Hugo de 1966… y no me ha parecido para tanto.
Probablemente lo mejor del libro sean los debates y la visión que los personajes tienen sobre el mundo, la sociedad y otros muchos temas complejos que para nada esperaba encontrar en un libro de ciencia ficción. Es una suerte contar con Conrad como narrador en primera persona y poder oír sus agudas reflexiones sobre todo cuanto ocurre.
Más allá de eso, la historia hace gala de una tremenda imaginación y conocimiento de la Grecia clásica y su mitología, pero no tiene el ritmo y la tensión trepidante de una novela de aventuras. A excepción de Conrad, el resto de personajes están vacíos y poco se sabe de ellos, aparte de la opinión que nuestro protagonista tenga formada al respecto, y hace difícil identificarse con la tensión que hay entre ellos.
Este es uno de esos libros que, como El Hombre en el Castillo, ¿Sueñan los androides con ovejas
eléctricas?, El Centinela, El guardián entre el Centeno o El Neuromante; han recibido premios y en su época fueron algo innovador y disruptivo, pero leídos hoy en día, resultan hasta algo farragosos de digerir. Tu, el inmortal , también conocido como y llámame Conrad, no es el peor de estos casos con el que he tenido
el placer o la desgracia de toparme, pero tampoco esta libre de pecado.
Durante todo el primer tercio del libro, en Puerto Príncipe, no supe cuál era la trama, qué importancia tenía la visita de un Vegano, qué puñetas hacían los personajes en un
fumadero de opio, quiénes eran los múltiples personajes o qué relaciones
existían entre ellos. Incluso llegué a pensar que la había liado y estaba
leyendo una secuela, pero no, no, no me estaba saltando información, tenía que esperar y seguir leyendo.
El libro mejora notablemente cuando llegan a Egipto y empieza la expedición, y francamente, me pregunto porqué el libro no empieza directamente ahí. La trama que se desarrolla a partir de ese punto es uno de esos casos en los que en un grupo uno es el asesino, pero no sabes quién, sólo que con una enorme vuelta de tuerca. Sabes quién va a ser la víctima, quiénes le quieren muerto y quiénes le quieren vivo, pero lo que no sabes son los múltiples porqués.
Todas estas tensiones se desarrollan en el seno de una novela de aventuras, que muestra lugares exóticos e increíbles criaturas, fruto de la imaginación de Zelazny; todo ello aderezado con escenas de acción bastante chulas, e interesantes reflexiones sobre la mitología y lo que puede y no puede demostrar o desmentir una teoría.
Las aventura continúa en Grecia, dónde las tensiones alcanzando su punto álgido. Además descubrimos el verdadero significado de las premoniciones de Jasón y Cassandra y descubrimos todo sobre el pasado y las ambiciones de Conrad. Sin embargo, tras alcanzar ese clímax, la historia va perdiendo momento, y termina en un final algo frío.
La resolución del conflicto tiene una complejidad socieconómica mucho más amplia de los escasos párrafos que se dedica a explicarla; y aunque se da cierre a las historias de todos los personajes, no diría que el final sea particularmente satisfactorio. Debo reconocer, eso si, que la escena final es enternecedora.
El libro mejora notablemente cuando llegan a Egipto y empieza la expedición, y francamente, me pregunto porqué el libro no empieza directamente ahí. La trama que se desarrolla a partir de ese punto es uno de esos casos en los que en un grupo uno es el asesino, pero no sabes quién, sólo que con una enorme vuelta de tuerca. Sabes quién va a ser la víctima, quiénes le quieren muerto y quiénes le quieren vivo, pero lo que no sabes son los múltiples porqués.
Todas estas tensiones se desarrollan en el seno de una novela de aventuras, que muestra lugares exóticos e increíbles criaturas, fruto de la imaginación de Zelazny; todo ello aderezado con escenas de acción bastante chulas, e interesantes reflexiones sobre la mitología y lo que puede y no puede demostrar o desmentir una teoría.
Las aventura continúa en Grecia, dónde las tensiones alcanzando su punto álgido. Además descubrimos el verdadero significado de las premoniciones de Jasón y Cassandra y descubrimos todo sobre el pasado y las ambiciones de Conrad. Sin embargo, tras alcanzar ese clímax, la historia va perdiendo momento, y termina en un final algo frío.
La resolución del conflicto tiene una complejidad socieconómica mucho más amplia de los escasos párrafos que se dedica a explicarla; y aunque se da cierre a las historias de todos los personajes, no diría que el final sea particularmente satisfactorio. Debo reconocer, eso si, que la escena final es enternecedora.
Probablemente lo mejor del libro sean los debates y la visión que los personajes tienen sobre el mundo, la sociedad y otros muchos temas complejos que para nada esperaba encontrar en un libro de ciencia ficción. Es una suerte contar con Conrad como narrador en primera persona y poder oír sus agudas reflexiones sobre todo cuanto ocurre.
Más allá de eso, la historia hace gala de una tremenda imaginación y conocimiento de la Grecia clásica y su mitología, pero no tiene el ritmo y la tensión trepidante de una novela de aventuras. A excepción de Conrad, el resto de personajes están vacíos y poco se sabe de ellos, aparte de la opinión que nuestro protagonista tenga formada al respecto, y hace difícil identificarse con la tensión que hay entre ellos.
No me gusta dar una mala crítica a un clásico que, no olvidemos, ganó el Premio
Hugo ex-aequo con nada menos que Dune, pero por desgracia, este no es de los que enganchan. Resulta interesante de leer, no lo niego, y presenta ideas y visiones nuevas, pero no es una lectura que te marque o que vayas a disfrutar especialmente por el camino. Diría que es un libro más apropiado para un aula de literatura, con calma y su debido análisis, que una lectura de placer.
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