Ayer se estrenó la quinta
temporada de Black Mirror, y antes de darme cuenta, ya me la había visto
entera. Upsi.
Y aún así, a diferencia de temporadas anteriores que tenían dos o tres capítulos bastante pasables, de esta quinta temporada me ha gustado todo. Los capítulos están bien escritos, las interpretaciones son buenas y los tres me han hecho pensar y han conseguido sorprenderme y dejarme con ganas de más.
Cuando, tras el tercer episodio, Netflix saltó automáticamente a un capítulo
antiguo, pensé que había un error, pero no, no, esta temporada sólo tiene tres
episodios. No es que hayan pospuesto el estreno de parte de ellos ni nada,
tres, eso es todo.
Sabe a poco, cierto, pero eso es porque son buenos, y teniendo en cuenta que este año también han
tenido que grabar Bandersnatch, con sus múltiples ramificaciones, supongo que no
había tiempo y/o dinero para nada más.
En esta temporada se apuesta más por la
naturalidad y la cercanía. La tecnología que aparecen en los capítulos -realidad virtual, inteligencia artificia, redes sociales, car-sharing, esas cosas- ya no es
tan innovadora y sorprendente, pero los temas que tratan son más cercanos, cosas que a cualquiera le podrían tocar de cerca, lo que ayuda
a conectar con los conflictos que plantea y reflexionar sobre ellos.
No lo entendáis mal: la serie sigue abordando temas complejos, observando
la naturaleza humana y la tecnología desde ángulos que buscan ser abiertamente
disruptivos y causar una reacción en el espectador; pero no hay sociedades
distópicas ni mundos de ciencia ficción.
La acción trascurre en el presente, con personas corrientes, viviendo conflictos
que al principio no nos parecen tan lejanos y miedos que todos podríamos llegar a tener,
para luego, por supuesto, llevarlos hasta el extremo más dramático y mostrarnos situaciones que generalmente
preferimos bloquear en nuestra mente para no tocarlas ni con la puntita del
meñique.
Dicho lo cual, creo que han dado una buena bajada al dial
en cuanto a atrevimiento y controversia. Usando un ritmo más lento y un trato cercano y personal, pero tras crear una situación límite y lanzarte de lleno a lo más hondo del conflicto, te dejan flotando en la superficie.
Hay una cierta timidez, que se demuestra en la falta de finales potentes que hagan estallar tu cerebro, lo cual es una pena.
Y aún así, a diferencia de temporadas anteriores que tenían dos o tres capítulos bastante pasables, de esta quinta temporada me ha gustado todo. Los capítulos están bien escritos, las interpretaciones son buenas y los tres me han hecho pensar y han conseguido sorprenderme y dejarme con ganas de más.
Me ha gustado la temporada, sobretodo porque, aún sin giros de 360º, aunque no consiga alcanzar ese cortocircuito final, hace que los fusibles ardan durante toda la hora que dura el capítulo y cuando termina, aún me deja dándole vueltas al asunto.
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