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Starsight (Escuadrón #2) | Brandon Sanderson

Starsight (“Estelar” en su pésima traducción al castellano) no ha sido, para nada, lo que me esperaba. Pero lo digo en el buen sentido; el salto de madurez y de complejidad de la trama es inmenso y con significativamente menos acción que su predecesor, consigue ser mucho más tenso e interesante.

Estelar Starsight Sanderson

Skyward (Escuadrón) nos presentaba una protagonista inmadura y una trama relativamente sencilla, claramente orientada al público juvenil: Spenza quiere ser piloto, va a la academia, no acepta las normas, se pasa más de medio libro entrenando, y al final salva el día.
En esta segunda parte Spenza es mucho más madura, más responsable, y aunque sigue teniendo sus ramalazos de guerrera, como ella los llama, es un personaje más sosegado y responsable, pero aún con mucho que aprender; más un líder que la individualista y arrogante adolescente de Skyward.

La trama también adquiere un cariz más adulto en esta segunda parte. Superados los compases iniciales, en los que el libro te hace creer que va a seguir una línea narrativa similar al anterior, Spenza se ve rápidamente rodeada de criaturas alienígenas y sus variopintas culturas, y envuelta en las intrigas políticas de facciones opuestas.
Como ya he dicho, este libro reduce el énfasis en las batallas espaciales (apenas hay un par de escaramuzas al principio, una gran batalla al final y una sesión de entrenamiento hacia la mitad) y centra su atención en el expansivo universo en el que están sumidos los personajes y en descubrir los secretos del viaje hiperespacial o la naturaleza de los ojos que moran en el vacío.
A toda esa nueva información se suma la tensión de tener a Spenza haciendo de espía, el choque que suponen culturas como la de Vapor o Morriumur, las intrigas políticas y mucho más. La cosa arranca poco a poco, pero a medida que Spenza abre los ojos a esta nueva sociedad galáctica es un crescendo constante y el libro no para, hasta el punto de que, con la última página, llegué a gritar, literalmente, un “No, maldito, no me hagas esto, no lo dejes así”. Y ahora, a esperar un par de años a que salga el tercero… Jo.

Del mismo modo que la historia ha madurado, las temáticas subyacentes también son más adultas. Skyward nos hablaba de autodeterminación y de coraje, de ese delicado equilibrio entre seguir las normas y seguir a tu corazón tan frecuente en la literatura juvenil. Starsight nos habla del poder y la manipulación de la opinión pública, de la responsabilidad hacia uno mismo, hacia su gente o hacia el bien mayor, de lealtad, de confianza, de ver más allá de lo que nos hace diferentes, de ganar la aprobación de los demás o hacer aquello en lo que crees.
Además, se plantea desde muchos ángulos el interrogante de qué es lo que te hace estar vivo. Todo el arco narrativo de M-Bot y Morriumur gira en torno a esta pregunta.

Este libro ha sido un gran avance con respecto a su predecesor, con algo menos de acción, pero que lo compensa ampliamente con un una trama mucho más tensa e interesante, dando, en el estilo de Sanderson, casi tantas nuevas preguntas como respuestas. Las intrigas de Wimzik y Cuna, y el uso que hacen de los humanos como enemigo público da mucho que pensar, el final te deja completamente en vilo, y Morriumur, con su particular situación, ha sido uno de los personajes más interesantes y originales que he leído desde Los Propios Dioses, de Isaac Asimov. 

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