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Trono de Cristal | Sarah J. Maas

Hace falta verdadero talento para partir de una premisa tan buena y acabar con un libro tan sumamente malo. Iba a poner meramente insulso, pero no, el libro es malo. Empieza muy bien y la sinopsis promete, pero es todo una trampa.
Este es uno de esos libros en el que todos los personajes son demasiado jóvenes para su experiencia, trasfondo, comportamiento y habilidades y, además, deben encajar necesariamente en una de dos categorías: o muy guapos, o no tan guapos, pero, de alguna forma, aún así, sumamente atractivos. Habrá para quién estas breves señas le sean más que suficiente para decidir pasar de este libro, pero voy a elaborar, porque si consigo que una sola persona evite desperdiciar su tiempo y su dinero con Trono de Cristal, habrá merecido la pena. 


Empecemos por la protagonista, ¿de acuerdo? Al principio del libro me tenía conquistado; la mejor asesina de todos los tiempos, esclavizada en las minas por culpa de una traición, ahora forzada a participar en un toreo a muerte. Una mujer mortífera, pero también sensible, con amor por los libros y la música. Mordaz, inteligente, respondona, todas grandes cualidades para una protagonista, especialmente cuando la narración incorpora constantemente sus pensamientos, casi a medio camino entre la primera y la tercera persona. 
Sin embargo, a medida que avanza la trama, te das cuenta de que una cosa es lo que todo el mundo dice del personaje, y otra muy distinta, cómo este actúa. Sarah, querida, citando a George R. Martin, "cualquier hombre que tiene que decir, yo soy el rey, no es un verdadero rey". En lugar de repetir lo buena que es una y otra vez, por qué no pones una escenita que lo demuestre, no sé, tal vez, la de su intento de fuga, que ocurre justo antes de que empiece el libro y solo se refiere a ella en flashback.
¿La mejor asesina de todos los tiempos? Me temo que no. La gente entra y sale de su habitación mientras ella duerme como un cesto, constantemente se la acercan y la sorprenden por la espalda sin que se entere, el primer duelo de esgrima lo pierde miserablemente, encuentra una bolsa de golosinas en su cama cuando hay un asesino suelto y se la come sin pensar... por no ser, no tengo claro ni que sea una asesina, ya que no mata a nadie en todo el libro. 
En las escuetas escenas del torneo sí que demuestra una sorprendente habilidad con el arco o los cuchillos, pero son totalmente inconsistentes con el resto de sus apariciones y casi parecen escritas para dos personajes diferentes: por un lado la legendaria asesina, y por otro lado, pues una chica de la corte, supongo. Sinceramente, hubo momentos en los que esperaba un giro que revelara que no era quién los demás creían que era. 

En línea con esto, ¿por qué Celaena es la única de los campeones que tiene vestidos bonitos, habitaciones (sí, en plural), piano, mesa de billar, libros, sirvientes y todo tipo de privilegios, cuando el resto de participantes van con harapos y encadenados? ¿Le quitas las armas pero la dejas una mesa de billar? Claro, si los tacos de billar no se pueden usar como armas. Y las bolas como objeto contundente tampoco. ¿Por qué puñetas no está encerrada bajo llave? ¿No habíamos quedado en que es la mejor asesina de todos los tiempos, que no es de fiar y que hay que tenerla vigilada? ¿Por qué puede estar a solas con el príncipe? ¿Por qué come con el capitán de la guardia como si fueran colegas? ¿Por qué se aloja en las antiguas habitaciones de la familia real, con acceso a los pasadizos secretos? ¿Por qué no hay guardias con ella, dentro y fuera de la habitación, permanentemente? ¿Por qué la dejan investigar los asesinatos? ¿Por qué la llevan siquiera a la escena del crimen? ¿Por qué la hacen regalos? ES. UNA. PRISIONERA. Dios... este libro me cabrea.

¿Es porque la autora quería escribir sobre vestidos bonitos, fuese como fuese, y no soportaba la idea de tener a su no guapa pero sí atractiva protagonista vestida con una simple túnica de raso? 
Desde luego dedica bastantes más líneas a describir y luego comentar su atuendo, que a hablar, no sé, de las armas que usa. De hecho, casi mejor, porque, como evidencia la primera vez que Celeana coge una espada, Sarah sabe bastante más de vestidos que de esgrima, que es más bien poco. 
¿Un estoque es ligero? ¿Tú has cogido alguna vez un estoque medieval, querida? ¿O solo has visto el alfiler que usan en los Juegos Olímpicos? ¿Y escoger un bastón de madera para enfrentarte a un tipo con espada? ¿En serio? En fin... si quieres escribir sobre una superasesina que lo sabe todo sobre el arte de matar y asesinar, hay que documentarse un poquito en el arte de la espada. 
Oh, y no hablemos de que el absoluto 100% de la flechas que se disparan en este libro aciertan en la garganta. ¿Tú sabes lo difícil que es eso? Ya no a nivel de habilidad, sino estadísticamente hablando. 

La excusa para todo esto es que no quieren que la gente sepa quién es y por eso le han dado una falsa identidad, que esta muy bien de puertas para afuera, pero de puertas a dentro deberían seguir sin fiarse de ella y tenerla con hierros en los tobillos. O, si no quieres que la gente sepa quién es, ¿por qué, no se, no la metes en una celda en lugar de pasearla por la corte? Porque sabemos que el resto de la corte no sabe nada del torneo, así que si solo la sacas para las pruebas y el entrenamiento, nadie tiene que enterarse...
Por supuesto, acaban descubriendo su identidad, porque todos tienen un lapsus mental y se olvidan de que cuando fueron a buscarla al principio del libro había tres hombres en la habitación, y solo dos están guardando el secreto. Cachis... qué fallo... ni que el tercero en discordia tuviera mucho que ganar sacándolo a la luz. Eso sí, ninguno de los veinte guardias que la escoltó desde las minas se va de la lengua con respecto a de donde vienen realmente. Eso no. ¿Es que nada en este libro puede tener un poco de sentido?

También soy muy fan de la magia, que ha desaparecido del mundo, salvo por los elementos mágicos necesarios para la trama, claro, porque esos, y cito textualmente, son una magia fuera de la magia... ¿Enserio? ¿No se te ocurría nada mejor?
Ya no sé si es que los sinsentidos del libro son muy obvios o es que como la trama es tan aburrida, buscarlos es el único entretenimiento que me queda.
-No te preocupes por el asesino, tú siempre tienes guardias contigo -dice el príncipe-, excepto ahora, claro, que estamos los dos solos sin justificación alguna y podrías matarme y huir por la ventana.
-La música me hace sentir que creo cosas en lugar de destruirlas -dice ella, aunque en trescientas páginas no he destruido nada y solo se ha dedicado a salvar vidas.
Y así una incongruencia tras otra. En fin, continúo...  

Luego tenemos a los dos personajes masculinos, planos, aburridos, unidimensionales, y sin ninguna cualidad aparte de ser guapísimos, tener un pasado trágico y llevarse mal con sus respectivos padres. Son tan genéricos que bien podrían ser el mismo. De hecho, ese hubiera sido un buen giro narrativo, mejor que el giro del final, en el que Celaena rompe la relación con uno con un pretexto absurdo solo para que la autora pueda enrollarla con el otro en la secuela, teniendo así el obligatorio triángulo amoroso, sin sentirse culpable por que su protagonista ponga los cuernos.
No, en serio, ¿qué diferencia hay entre ambos? Escucho el nombre, pero soy incapaz de diferenciar con cual de los dos está hablando, y en el audiolibro incluso tienen la misma voz. 

Y por último tenemos el torneo, un torneo a muerte con los mejores ladrones y asesinos del mundo, solo que de los 24 participantes, solo cuatro son ladrones y cinco asesinos (cuatro de los cuales ni siquiera son miembros del gremio), y el resto son ex-soldados, mercenarios o matones tan genéricos, que ni siquiera son dignos de tener un nombre. 
Oh, y no nos olvidemos del pequeño e insignificante detalle de que el torneo, realmente, no es a muerte. Cada semana les hacen una prueba y el que peor puntúe se va a casa. Sí, a casa, no de vuelta a prisión, por mucho que Chaol lo diga, porque sabemos que incluso los criminales convictos tienen indultos para quedar libres solo por participar, ganen o pierdan. Salvo Celeana, que, como en todo en este libro, va en una categoría aparte; hasta que deja de ir aparte y de repente, sin que se nos ofrezca justificación alguna, descubramos que ella también va a ganar su libertad aunque pierda. Vaya... que inesperado giro de los acontecimientos para un torneo a muerte, ¿eh? 
Incluso en la prueba final, en que los cuatro mejores se enfrentan entre sí, el rey dice explícitamente que no deben matarse. ¡Eso no es un torneo a muerte! ¡Eso es Operación Triunfo!

Básicamente, cada palabra escrita en la contraportada del libro es más falsa que una moneda de cuero. Estas cosas deberían ser denunciables como publicidad engañosa.
Pero tampoco es que importe, el torneo es secundario en la trama. ¿Esperabas una explicación, un motivo para cada prueba del torneo? ¿Tal vez una relación con el trabajo que se espera de ellos a posteriori? Sigue esperando. ¿Esperabas aprender algo sobre los personajes durante las pruebas? Sigue esperando. Es tan insustancial para la trama, que su organizador, el Rey, se marcha (nunca se explica porqué o a dónde) y no esta presente durante gran parte del mismo.
Oh, y la importancia del palacio y el trono de cristal, ya sabes, el que sale en la portada, ¿por qué es tan importante? ¿por qué a Celeana le ofende tanto que sea de cristal? Exacto, sigue esperando. Y así con todo. ¿Quieres saber más sobre la traición que la llevó a las minas? ¿Quieres saber por qué odia a Cain según le ve? Ya, pues no vas a averiguarlo. 

El libro está bien escrito y reconozco que me gusta el estilo de la autora, pero la trama no tiene mucho más: un cúmulo de incongruencias y sin sentidos, un torneo sin nada en juego al que apenas se le da importancia, o al menos, apenas se le dedican páginas, y una historia de amor aburridísima entre una protagonista inconsistente y dos personajes masculinos con la complejidad de la tabla del uno.
Hay otras intrigas e indicios que apuntan hacia un relato de mayores dimensiones, con fantasmas, fados, magia, secretos del pasado y demás historias, que esta muy bien, lo admito, pero ¿si no eres capaz de desarrollar tu premisa, para qué te metes con tramas secundarias? ¿O es que quizá esta es la trama principal y has esperado hasta la mitad del libro para siquiera mencionarla? Sinceramente, no sé cuál de esos dos escenarios me parece peor y tampoco es que nos den motivos para que nos importe lo uno o lo otro. 
¿Diez años le llevó escribir esto? Diez años le llevó a George R. Martin escribir Juego de Tronos. Sinceramente, no sé cómo han podido llegar a publicar y vender una saga de ocho libros a partir de esto. Me queda la duda de si escribió primero la historia de amor y luego, al ver que era tan genérica como una hoja en blanco, decidió meter encima el falso torneo y todo el rollo de la superasesina para hacerlo más atractivo, o este despropósito fue su idea original desde el principio. 

La saga de Nuncanoche dista mucho de ser perfecta, pero presenta una protagonista femenina mucho más interesante y que sí se comporta como una asesina en todas las páginas, no solo cuando la autora se da cuenta de que lleva mucho tiempo sin recordarnos lo maravillosa que es en todo lo que se propone: luchar, escalar, tiro con arco, tocar el piano... Y el triángulo amoroso de Memorias de Idhún al menos obligaba a Victoria a elegir entre dos mundos radicalmente opuestos. ¿Qué decisión tiene que tomar aquí Celeana? ¿Quedarse con la piedra numero uno o con la piedra número dos?
En fin, este comentario va a ser tachado de sexista y todo lo que queráis, pero este libro ejemplifica a la perfección todo lo que me hace desconfiar de las autoras de fantasía y no puedo recomendarlo. 

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