Sinceramente, no entiendo la buena recepción y los elogios que está recibiendo este libro. Ni siquiera entiendo cómo alguien ha tenido la osadía de publicarlo como obra original, cuando anda rozando la línea del plagio.
Es dolorosamente genérico, falto de personalidad, absolutamente derivativo —de obras como Eragon, ya de por sí bastante derivativa—, con una prosa diletante y carente de cualquier idea original.
La novela arranca con un gran prólogo. Hasta ahí estoy dispuesto a conceder. Toda la idea de los caballeros de Achyron es muy interesante. Lástima que no vuelva a aparecer. Para la relevancia que tiene sobre el resto de la trama, que viene a ser ninguna, bien podía haber sido el prólogo de un libro distinto.
Luego la historia da un tremendo paso atrás y cae en un cliché tras otro para acompañar al temido y tedioso arranque con la infancia del protagonista. El pueblo pequeño y aislado. El joven adolescente con el amigo serio y el amigo graciosete. El padre que es un famoso espadachín ahora en un oficio humilde. El cuentacuentos que obviamente es más que un bardo. La espada heredada, curva y no recta, a la que solo le falta una garza...
Vamos, un refrito de cosas que ya hemos leído una y mil veces en otros libros, y una primera mitad lentísima y sin ningún tipo de agencia, que se podría haber salvado si los personajes tuvieran algo de carisma, o algún rasgo que los hiciera interesantes, o el mundo y la ambientación tuvieran algo distinto, algo especial... pero no. Es como si el autor se hubiera propuesto escribir la fantasía más genérica e insulsa posible. Si me dijeras que el libro lo ha escrito una IA, o que se ha escrito por comité, me lo creería, porque no tiene nada de personalidad. NADA.
Luego, el modo en que los tres personajes son arrancados de su pueblo e introducidos en la historia está forzado no, lo siguiente. Ni siquiera me voy a molestar en resumirlo, porque es un puñetero despropósito. En un momento dado, me plantee si el protagonista no tendría algún tipo de deficiencia intelectual, y eso era lo que pretendía ser el libro: fantasía con un discapacitado como protagonista. Dada la cantidad de cosas que hace sin pensar, o sin tener intención de hacer, o que quiere pensar pero no es capaz de pensar, o lo que tarda en atar cabos, o lo que se empecina con las cosas por más que le razonen lo contrario, casi parecía lo más razonable pensar que el protagonista tenía alguna tara y el resto de personajes estaban siendo educadamente condescendientes.
Pero no, no... ojalá hubiera sido el libro capaz de tal prodigio de la creatividad. Todo esto no es más que un recurso narrativo para que la historia avance, que el protagonista sea imbécil y haga lo que la trama requiera, y los demás se lo dejen hacer, tenga sentido o no.
Por no hablar del grosor de la armadura narrativa de los personajes o la inverosimilitud de cada escena de acción. Que tres adolescentes armados con un arco y un cuchillo sean sorprendidos por un oso y maten al oso sin sufrir un solo rasguño es... poco creíble. Pero es que todas las peleas son de estas en las que viene un enemigo a la carga con el hacha, pero decide pegarle una patada en lugar de troncharle como leña seca. Viene un asesino a apuñalarle mientras duerme, y decide primero agarrarle de la pechera y lanzarle contra el armario.
Recordad chicos. Para hacer una pelea más larga y que parezca que los personajes están en peligro cuando no lo están, siempre, siempre, siempre hay que lanzar a la gente por los aires en lugar de usar la parte afilada de las armas.
Y luego está la trama de la hermana, que han debido incluir ahí a última hora, al darse cuenta de que no había ningún personaje femenino en toda la novela. Y que aporta, ¿cuánto? Absolutamente nada.
Vamos, un desastre, y solo he hablado de la trama, pero es que no hay nada que se salve. La prosa es sosa, aséptica, falta de cualquier atisbo de estilo. Los diálogos son robóticos. Y hasta las descripciones son repetitivas. Todas las pieles son de porcelana, no hay otro adjetivo para describirlas, y las cosas negras son negras como el azabache. No hay más tonos de negro.
Los personajes son insulsos. No hay ninguno misterioso, o carismático, o conflictivo... no hay nada original en el mundo, en la magia, en las razas, en las localizaciones, en nada. Y hay cosas que si no son plagios, cerca andará.
Por ponernos quisquillosos, el dragón ni siquiera es un dragón. Es un guiverno, pero se ve que el autor ni siquiera sabe la diferencia. Y pensaba que viniendo el dragón de un continente helado, y llamándose Hielo, no sé, tendría aliento de hielo a diferencia de los dragones de los malos, que ahí habría una leve chispa de originalidad. Pero no. Aliento de fuego, como todos. No vayamos a salirnos de lo más genérico posible.
O la espada... ay la espada. Es una espada curva. Cuuuuuuurva. Pues constantemente habla de lanzar estocadas, de clavarla en el suelo y apoyarse en ella para descansar... fíjate, como si hubiera escrito la escena pensando en la espada larga europea más genérica posible e ignorando sus propias descripciones anteriores.
No leáis este libro. Es una copia mala de Eragon, publicada con veinte años de retraso. Inaudito que hayan sacado una saga de cinco novelas, después de este despropósito. Ni gratis merece la pena. Gemidos de exasperación, bostezos y ojos en blanco, eso es lo único que despierta.
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