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El Elfo Oscuro #3 - El Refugio | R. A. Salvatore

Si el segundo libro de la trilogía fue una descafeinada continuación del primero, tocando los mismos palos, pero sin aportar nada nuevo, esta tercera y última entrega (en la trilogía, que no en la saga) supone un cambio en muchos aspectos; en la forma de contar la historia, en la ambientación, en los obstáculos y antagonistas, en todo. Y es un cambio bienvenido. 

Refugio Salvatore

No más matrona Malicia, no más Menzoberranzan, no mas Lolth. El libro empieza con Drizzt ya en el mundo exterior; ha abandonado la Antipoda Oscura y todo cuanto conoce, y ahora vive como un ermitaño en las montañas. Pero la soledad acecha, y no tarda en tratar de establecer contacto con el pueblo vecino. 

Y esta será una historia de aventuras, y habrá peleas con orcos y lobos y todo lo que queráis, pero sobre todo el libro nos habla de los muchos retos que Drizzt debe afrontar para ser aceptado en un mundo que no es el suyo y donde todos le ven como algo extraño y peligroso.

A lo largo de todo el libro se enfrenta a miedo, odio, discriminación, rechazo y prejuicios, fundados solo en su lugar de origen y el color de su piel. Incluso cuando llega a la ciudad de los parias y los desposeídos, es recibido con un jarro de agua fría, situándolo en el más bajo estrato de la discriminación social.  ¿Nos suena? Cualquiera diría que es una historia de fantasía y no un drama moderno sobre discriminación racial. 


Es imposible no empatizar con él y sentir rabia cuando tiene que marcharse una y otra vez de los sitios, porque allá donde va, solo encuentra caras asustadas o acero desenvainado. Solo los niños y los sabios son capaces de ver más allá del color de piel, y estos últimos, pese a que aceptarían al drow, deben también expulsarlo, optando por el mal menor, pues saben de la conmoción que causaría en la ciudad.

Es frustartente en cada paso, pero te hace reflexionar, y hace de la escena final con Bruenor algo muy emotivo. 

Del mismo modo, es imposible no despreciar a Roddy McGristle, que representa la peor cara de la discriminación, porque esta no nace de la ignorancia, sino que fruto de un odio irracional. Es la persona que sabe que Drizzt no es malo ni tiene culpa de nada de lo ocurrido, pero que le acusa de todo, y promueve calumnias, solo porque le odia. Y le odia por lo que es, y porque ello le hiere en su orgullo, nada más. Un gran y muy real villano. 


Y también se tocan otros temas, claro; como las barreras del idioma, los choques culturales (en este caso en la forma de los ciclos de verano e invierno, que Drizzt no comprende al haber vivido siempre bajo tierra) o la distinción entre los principios, la moral y la fé.


Aparte de eso, el libro está estructurado más como una colección de aventuras relativamente independientes, a lo largo de siete años, que como una historia completa. En cada sección, Drizzt hace nuevos amigos y se enfrenta a nuevos peligros, con McGristle como la eterna amenaza que siempre se repite. 

Esto es algo que no suele funcionar, introducir personajes nuevos a 50 páginas del final, y cambiar de ubicación y elenco varias veces a lo largo de la historia, pero lo cierto es que no se hace raro, y el libro se lee sin querer. 


En general me ha gustado mucho. Creo que es una gran forma de mostrar la discriminación social a través de una novela de aventuras, en lugar de un ensayo que muchos lectores rechazarían de plano. 

No deja de parecerme curioso, eso sí, cómo Salvatore dice que le gusta y se le da bien escribir peleas, y sin embargo, a lo largo de toda la saga, las peleas han sido lo más insulso, con golpes que no tienen sentido, paradas absurdas y otros crímenes contra la esgrima. Además de haber sido arrebatadas de su protagonismo por temas más humanos, como el conflicto de emociones en Drizzt durante el Hogar, y la discriminación de la que es objeto en esta tercera parte. 

De hecho, la sección más aburrida del libro es la gran pelea que tiene lugar hacia la mitad. No es solo que los buenos sean muy buenos y puedan luchar contra decenas de enemigos sin despeinarse, es que es muy larga y no hay tensión en absoluto. El desenlace de la batalla no va y viene en los distintos frentes; no hay un momento de tensión o incertidumbre. Cada párrafo constituye una victoria para el bando de los buenos, y se van apilando una tras otra, hasta el punto en que, mucho antes del desenlace, sabes que es imposible que pierdan o algo les salga mal. Pero igual es que me gusta que me hagan sufrir un poco con esas cosas y me tengan en vilo.

En cualquier caso, un libro y una trilogía muy recomendable, pese al pinchazo de la segunda parte. 


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