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Reseña | La Sombra del Torturador | Gene Wolfe

Voy a decirlo ya y me lo quito de en medio. Esto no es una novela, es el típico amigo que promete una historia increíble, la destripa a la mitad de la primera cerveza y cuatro rondas más tarde lo único que te ha contado es un montón de anécdotas que poco o nada tienen que ver con la trama principal o la una con la otra.
En cualquier caso, la Sombra del Torturador... el primero de la saga del Sol Nuevo...

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Antes de nada, dediquemos un minuto a hablar del estilo de Wolfe: es enrevesado, tanto en su prosa, como en la estructura de su historia. Personalmente, me gusta esta forma artística de articular las frases y creo que complementa muy bien esa atmósfera de abatimiento y la reflexión introspectiva de Severian.
Sin embargo, si te pones a leer las críticas negativas del libro, todas se quejan de un estilo denso y farragoso. Bueno, pues a mí me gusta el estilo; lo que no me ha conquistado ha sido la historia.

La Sombra del Torturador, narrada en primera persona por una versión distante de sí mismo, sigue los pasos de Severian, un aprendiz del Gremio de los Torturadores, quién, en sus propias palabras, goza de una memoria perfecta, lo cual, en nuestro caso, va a resultar una maldición.
La historia empieza con mucha fuerza, con Severian presenciando un asesinato, seguido de una exhumación y luego entrando, casi sin darse cuenta, al servicio de un misterioso disidente.
Después, sin embargo, la acción se detiene, y durante medio libro vemos como Severian se baña en una cisterna, rescata y persigue a un perro, atiende recados por toda la ciudad y se va de putas con sus amigos… medio y libro y no ha pasado nada relevante desde el prólogo.

Luego, cuando la historia se pone de nuevo en marcha y traiciona al gremio (cosa que ya en el primer capítulo te dice que va a hacer), apenas se dedican unos minutos a explorar la angustia que siente antes de saber que no va a ser ejecutado (cosa que ya sabes que no va a pasar porque está narrado en primera persona desde un futuro muy lejano).
Un tercio del libro para el final y parece que comienza la verdadera historia, pero no, antes tenemos que acompañar a Severian en su paso por caminos, aduanas, tabernas, cafeterías, tiendas de ropa, carreras de caballos, jardines botánicos, lagos y, oh, más tabernas... todo ello interactuando con personajes que, en muchos casos, no volverán a aparecer nunca más en la trama... aparecen, sueltan sus largas diatribas, más reflexivos de lo que sería nadie con un desconocido, y se van para no volver...

Es como si el libro fuera un conglomerado de pequeñas historias independientes, cada una con sus propios personajes y ubicación, pero que, por interesantes que puedan resultar, en suma, no computan como una historia completa. En serio, Gene, escribe una antología o una colección de cuentos cortos, pero no trates de venderme una historia hecha con retales.
Incluso en las tramas secundarias, como el duelo, asunto que reconozco tiene una resolución muy ingeniosa, aún encuentra cosas accesorias con las que irse por las ramas, como lo de la carrera y la secta y el jardín botánico; y en el propio jardín botánico aún encuentra tiempo para otras dos historietas secundarias más antes de recoger la maldita flor y... ¿es que este libro no puede avanzar?

En un momento dado el propio Severian reflexiona y dice que tal vez esté recordando escenas que solo tienen importancia para él y sobrecondensando la narración, ¿pues sabes qué? Efectivamente, lo estás haciendo.
Luego trata de justificar porqué es necesario contar esas escenas que nada tienen que ver con la trama y solo al narrador importan... ya... no, no nos importan.
Lo peor es que, con todo el tiempo y líneas que se dedica a tramas accesorias, los aspectos importantes para la historia principal no se explican.
Por lo visto Severian es el mejor estudiante que los torturadores han tenido en años, pero no lo sabemos hasta que su maestro se lo dice hacia la mitad del libro, porque le vemos hacer de todo menos ser torturador... El funcionamiento del revolucionario aparato de tortura que usan con Thecla... no, a eso le dedicamos dos frases y nos quedamos con la duda...

Los primeros capítulos estás intrigado por ir desentrañando los misterios de este mundo, pero con el paso de las páginas pierdes interés y simplemente quieres que pase algo, lo que sea. El único motivo por el que seguí leyendo hasta el final fue para ver si en un dramático giro final todas las piezas encajaban de alguna forma... bueno, pues algunas encajan, pero solo por medio de un ejercicio de supina casualidad.
Únicamente la forma en que Severian se enamora a primera vista de cada mujer que se cruza en su camino y ellas, contra todo pronóstico y uso de la razón, siempre le corresponden, consigue ser más inverosímil.

El libro no tiene ningún tipo de tensión narrativa, ni sorpresas, ni crescendo emocional, ni nada. El peso no se encuentra puesto en la acción, sino en la percepción que Severian nos muestra de un mundo que nos es, literalmente, arrojado en la cara, y, de hecho, diría que el libro tiene de largo más atmósfera y ambientación que historia.
Para colmo está el gran secreto, ¿es este un mundo de fantasía, de ciencia ficción o las dos cosas al mismo tiempo? Es un giro chulo, pero, por favor, ¡en el capítulo seis ya lo había resuelto! Y he tenido que buscar en Internet a ver si estaba en lo cierto porque el libro no lo dice.
Imagino que, de leer los tres libros restantes de la saga, se revelaría la verdad y muchas de las piezas desperdigadas encajarían, pero como dice Severian al final, él entiende si no le sigo en su viaje, pues es una carretera muy dura...

Pasemos ahora a las cosas que sí me han gustado:
Enterradas en este mundo triste y decadente, encontramos pequeñas joyas de creatividad. Me ha gustado mucho el duelo con flores y la visión de la biblioteca que se muestra en el sexto capítulo, pero lo que más me ha sorprendido es el enfoque de los torturadores, no como seres crueles y despiadados, sino como trabajadores altamente eficientes, legitimados por jueces y tribunales, un elemento necesario del sistema judicial. El negro de sus capas, no es para intimidar, sino porque su torre está sucia y sobre el negro no se notan las manchas de sangre.
Desde el principio, muchos de los aspectos del mundo nos son extraños y Severian no da grandes explicaciones, tratándonos como a uno más de los habitantes de este universo. Esto también me gusta, hace que me introduzca en el mundo y convierte el libro un enorme rompecabezas que desentrañar, piezas que ir encajando, referencias que parecen mera decoración hasta obtener explicaciones adicionales en capítulos posteriores…
Además, toda la novela está envuelta en una atmósfera de melancolía que se contagia al lector. Digo esto como algo bueno, porque no muchos libros consiguen transmitir una sensación tan fuerte con sus palabras, pero también como algo malo, porque, sinceramente, entre la falta de acción y ritmo, y el ambiente pesaroso, me entristece leer este libro y no puedo cogerlo de seguido durante más de veinte minutos.

Conclusión: si buscas distraerte con una trepidante historia de aventuras, este no es tu libro. Si por el contrario, quieres, igual que Severian, plantearte preguntas tan extrañas como cuál es el tamaño de la vida de un hombre, o cuál es la diferencia entre el genuino y el impostor cuando ambas personas declaran ser la misma, este es tu libro. Para todo lo demás, búscate otro autor.

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