Los Gigantes Dormidos ha sido una grata sorpresa, y en más de un sentido. El libro no es muy largo, 350 páginas, pero el hecho de que me lo haya terminado en solo tres días (y leyendo Juramentada en paralelo) es un buen indicio de lo mucho que me ha gustado.
El libro trata de una niña que encuentra una mano gigante de metal enterrada junto a su casa, y años más tarde, es puesta al frente del proyecto de investigación que trata de desentrañar su origen. Esa es la premisa, el resumen de la contraportada y las cinco primeras páginas del libro; nada de un tercio de la novela tratando de alcanzar el momento detonante que la sinopsis ya nos ha dicho que va a pasar, y me encanta que sea así. Habrá quién no esté de acuerdo, pero yo soy de la opinión de que, lo que sea que vas a contarme en la sinopsis, si yo ya sé que va a ocurrir, tiene que ocurrir prácticamente según abra el libro.
En cualquier caso, esa es solo la premisa. A partir de ese punto ocurren un montón de cosas que, como he dicho, sorprenden en más de un sentido. Para empezar, todo el libro está narrado a través de entrevistas, diarios personales, registros, informes, como si fuera la recolección de los archivos del proyecto en lugar de una narración al uso; algo tan infrecuente para el género de la ciencia ficción, que casi deberían anunciarlo en la portada.
Lo curioso es cómo, a través de entrevistas fundamentalmente, sin una sola descripción, sin detalles de gestos o lenguaje corporal, sin una frase dedicada a expresar el estado emocional de los personajes, el autor consigue que conectes y llegues a entender tan bien a los mismos. Todo eso, sin saber absolutamente nada de uno de los interlocutores, es decir, sin saber nada de la voz detrás de la mitad de las frases del libro. Impresionante.
Y, además, consigue crear tensión, sorpresas, incertidumbre y giros narrativos. ¿Cómo se puede hacer eso con un género casi epistolar? Yo no creía que fuera posible, no a este nivel, pero chapeau por el señor Sylvain.
No solo eso, sino que la historia está genial. Sin querer entrar en grandes detalles, el libro se aleja de los tópicos de la ciencia ficción, y no trata de viajes espaciales o de ciudades a escala planetaria plagadas de neón donde todo es controlado por macrocorporaciones, en un intento por mostrarnos la corrupción y los defectos de nuestra sociedad, o un inevitable destino decadente. No.
El libro es mucho más cercano, y podría ocurrir hoy mismo, en el presente. Empieza cargado de optimismo, con ese aire de descubrimiento y curiosidad genuina que a veces solo tienen los niños, y luego va ganando complejidad a medida que se incorporar las relaciones entre los distintos miembros del grupo de investigación, el tira y afloja cuando lo personal se mezcla con lo familiar, todos los tejemanejes entre los distintos gobiernos, los conflictos éticos que implica cualquier desarrollo científico, el “¿qué pensó Openhaimer?”, los choques entre los directores del proyecto y sus ideas políticas, etc…
De hecho, este es un libro que recomendaría incluso a quien normalmente no le guste la ciencia ficción, porque la temática está ahí, pero tanto los problemas con los que lidian sus personajes, como las intrigas políticas y los dilemas éticos a los que se enfrentan los dirigentes, serían igualmente válidas si el libro hubiera tratado sobre un nuevo fármaco o un microchip en lugar de sobre tecnología alienígena.
Y hablando de tecnología, creo que esto es algo que el libro también gestiona muy bien: no se esconde cuando tiene que entrar en tecnicismos para explicar aleaciones, cifrados o sistemas de numeración no decimal, pero lo presenta siempre de una forma sencilla, divulgativa, fácil de leer y que cualquiera puede entender.
Vamos, que el libro me ha encantado y cualquier cosa que pueda contar no hace justicia a todo lo que me ha sorprendido.
La ciencia ficción y el “no estamos solos en el universo” están ahí, pero, sobre todo, el libro cuenta una historia sobre personas, sobre sus conflictos y relaciones, a nivel personal, y a nivel interestatal, sobre conflictos morales y respuestas que no pueden medirse en números. Las intrigas y conspiraciones lo hacen muy interesante, hay sorpresas, hay giros narrativos que no esperas, y todo permeado con esa actitud optimista de estar embarcado en un proyecto de investigación nuevo y excitante. Si te gusta la ciencia, si te gusta la investigación, creo que es imposible que no te guste este libro.
El cómo el autor consigue transmitir todo eso con un estilo narrativo que suele ser, por defecto, impersonal, es algo que no me explico. En cualquier caso, y como he dicho, una historia que recomiendo para quien le guste la ciencia ficción, y para quien le guste un thriller sobre ciencia en general.
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