De los muchos juegos que han llegado a mi estantería este 2020, Res Arcana es sin duda el que más me ha sorprendido. En lo más básico, es un juego de construir un pequeño motor en una carrera por llegar a diez puntos, pero destaca por ser el sumun de hacer mucho con muy poco.
Al principio de la partida recibes un personaje con una habilidad especial y un pequeño mazo de ocho cartas (escogido al azar o mediante draft). Añade los ocho artefactos comunes, de los cuales cada ronda puedes usar uno, y esas son todas las herramientas que tienes para ganar la partida.
Las rondas transcurren de forma sencilla: robas una carta, produces recursos de tus cartas y alternas acciones con tu rival hasta que ambos decidáis pasar. Una vez que pasas, devuelves tu artefacto al centro, y eliges uno distinto para la siguiente ronda.
Las acciones también son muy sencillas: puedes activar una carta en juego, descartar una carta de tu mano para conseguir recursos, o gastar recursos para jugar una carta de tu mano, tomar un monumento del centro o reclamar uno de los nodos de poder (cinco lugares mágicos que dan acceso a formas alternativas de puntuación).
Y como he dicho, el objetivo del juego es llegar a diez puntos, que en este juego no es nada y se puede conseguir en un puñado de rondas. La principal forma de conseguir puntos es apilar recursos sobre los nodos de poder y comprar monumentos, pero ser el primero en terminar tu turno también te da un punto, un punto que puede fácilmente ser el décimo, y ciertas cartas también dan puntos cuando las juegas.
La magia del juego es que no hay forma de sentarse a jugar con una estrategia en mente. De las cincuenta cartas, solo vas a tener ocho en tu mazo, y de esas ocho, solo tres empiezan en tu mano y es posible que las del fondo ni llegues a verlas. De los diez lugares de poder, solo cinco aparecen en cada partida y no se parecen en nada los unos a los otros. Lo mismo ocurre con los monumentos: de los veinte o así, solo dos están boca arriba, y no más de cuatro o cinco se llegan a sacar en una partida determinada.
Cada vez que juegas, tienes que mirar a los cinco lugares de poder y tu pequeño mazo de cartas y decidir cuál es la forma más rápida de llegar a diez puntos. ¿Puedes conseguir mucho oro y comprar monumentos? ¿Tienes las cartas adecuadas para activar ese nodo de poder de forma consistente dos o tres veces por ronda? ¿Y si la carta que necesitas para todo eso termina en la base del mazo y no llegas a robarla?
Con esa variabilidad y con partidas que duran, literalmente, quince minutos, he jugado más veces a Res Arcana que a ningún otro juego en lo que va de año, y ni una sola vez he usado la misma estrategia. Sí, hay combinaciones de cartas que cada vez que las veo trato de explotarlas, pero a veces el resto del mazo no acompaña, o mi rival se adelanta y me quita el nodo de poder que necesitaba.
La caja dice que es un juego de 2 a 4 jugadores, y supongo que es verdad, pero como el juego brilla es de dos. Los turnos vuelan, tienes más control sobre la mesa y lo que están haciendo los demás, y la carrera resulta mucho más tensa.
La interacción entre jugadores gira en torno a ver qué nodo de poder están intentando coger cada uno, qué artefacto eliges al final de cada ronda, y cuándo conviene terminar tu turno antes para quedarte con ese medallón de +1 punto.
Hay algunas cartas que permiten “atacar” a los contrincantes, pero rápidamente descubres que son las que nadie quiere tener, porque son caras de jugar y van siempre a costa de no contribuir a tu motor, y, al menos en mi mesa, todos preferimos crear más en nuestro lado que destruir lo que hay al otro.
A nivel de componentes, el juego es una maravilla, incluyendo una bandeja clasificadora que se saca del inserto y permite montar la partida en un instante. No hay muchas cartas, y lógicamente me gustaría que hubiera más cosas, que la caja viniera llena hasta los bordes, pero jugando, como mucho, ocho de ellas en cada partida, en ningún momento me ha parecido que le falte variedad o rejugabilidad.
En serio, este juego es fantástico, lo recomiendo encarecidamente, y, ahora mismo, es mi respuesta automática al ¿te apetece jugar algo rapidito?
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