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Reseña | The King

Tras varios pinchazos, ya debería haber aprendido a ser algo escéptico con las películas producidas por Netflix, pero, de vez en cuando, sigo dándolas alguna oportunidad, y me alegro, porque El Rey (The King) está muy bien.

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La película cuenta la historia de Enrique V de Inglaterra, desde poco antes de su ascenso al trono hasta las consecuencias de la batalla de Agincourt que cambió el curso de la Guerra de los Cien Años. Pero más importante es cómo cuenta la historia de un rey forzado por las circunstancias. Por lo visto, la historia guarda poca o ninguna similitud con los verdaderos acontecimientos históricos y se inclina más hacia la obra de Shakespeare Enrique V, pero mientras cuente una buena historia, no veo ningún problema en ello. No pretendo aprender historia por una película.

Hal o Enrique, nuestro protagonista, es un personaje con una personalidad muy neutra, gris, plana incluso, sin grandes matices (algo que parece ser recurrente en la narrativa histórica, en la que los guionistas no se atreven a dar a un personaje histórico una personalidad ficticia), pero muestra muy bien el conflicto entre lo que quiere hacer y lo que se ve forzado a hacer.
Al principio de la película Hal no desea ser rey, no quiere saber nada de la corte y cuando interviene es solo para tratar de mediar en los conflictos de su padre y salvar vidas. Cuando, reticente, accede al trono, lo único que quiere es traer paz y unidad a su gente, pero se ve, literalmente, forzado a llevar a su pueblo a la guerra con Francia. 
Una de las escenas finales, en las que Catalina se enfrenta a él, preguntándole por los motivos que incitaron la guerra, es de las más impactantes de la película, tanto para el personaje como para el espectador.

Realmente en la película no ocurre gran cosa: se presentan los personajes, hay un duelo, algo de debate político e intriga, un brevísimo asedio (una pena, dada la importancia histórica del sitio de Harfleur) y luego la batalla de Agincourt. Y, sin embargo, los 140 minutos pasan volando y sin que te des cuenta. No es que sea un torbellino de acción trepidante o tenga un constante aire de tensión y misterio, simplemente es interesante de ver y la atmósfera, apoyada en una gran banda sonora, te atrapa.

Y hablando de la atmósfera, una de las cosas por las que me gustaría alabar a esta película, es su realismo medieval en las batallas. Ahora bien, no soy ningún tipo de experto, pero me he documentado bastante para mis libros, y sé que un combate entre dos hombres en armadura completa no era la elegante danzada de estocadas, fintas y mandobles a los que el cine y la literatura nos quieren acostumbrar.
Es muy difícil cortar con una espada a través de acero. Muy difícil. Lo cual es el principal motivo por el que las espadas se llevaban como arma auxiliar o de defensa personal, pero en el campo de batalla predominaban otras armas, como las de asta que predominan en la película. La forma más efectiva de acabar con un enemigo en armadura completa era atacarlo con armas contundentes, incluso agarrando tu propia espada por el filo y golpeando con la cruz (half-swording), como vemos a Enrique hacer en el duelo del principio, derribarlo y luego buscar las juntas o la ranura de los ojos con una daga que pueda punzar la cota de malla. Puede que no sea tan visualmente atractivo, puede que no sea espectacular, puede que sea aparatoso, pero es realista.

Half-Swording

El Rey hace todo esto y además consigue que sea interesante de ver, así que bravo por ellos.

El otro aspecto en que la película abraza el realismo medieval es en las armaduras. Las armaduras medievales (las de combate, no las de gala) estaban hechas para mantenerte con vida, no para estar guapo. No trataban de emular un estándar de belleza de pecho fuerte y vientre plano. No. Eran abombadas en el pecho, sin bajar hasta la cintura, redondeadas en las caderas, en los hombros… porque lo que quieres es que el golpe rebote lejos de ti. ¿Habéis visto alguna vez una armadura en un museo? Decidme si se parece a lo que vemos normalmente en el cine.
Ah, ¿y cuántas veces habéis visto en la pantalla un Arming Doublet (un gambesón con mangas de malla)? Ya lo sé, ninguna. En el cine les arrojan a todos una cota de malla por los hombros y andando. Vamos a ver, la cota de malla completa hasta las rodillas tiene sentido cuando no llevas más armadura, pero si ya llevas un peto de acero, ¿por qué vas a cargar con el peso de más anillas de hierro debajo? Solo quieres malla en los brazos y el cuello, donde la armadura tiene articulaciones y juntas. La gente en la edad media no era estúpida; al menos en el arte de matar y no ser matado, eran bastante eficientes.
Arming Doublet

En resumidas cuentas, la película está bien. Probablemente no sea de las que veas una y otra vez, pero la trama es interesante de ver, cuenta una buena historia que te engancha por el conflicto de su protagonista, sin necesidad de bombardearte con acción y épica heroica, y, sobre todo, muestra una imagen del combate medieval más cercana a la realidad que la fanfarria modernizada que viene siendo habitual.
Me gustaría que se hubiera profundizado más en los despliegues y tácticas de la batalla de Agincourt, y que se hubiera hecho justicia a la preponderante importancia que tuvieron los arqueros ingleses, pero no se puede tener todo.

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