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Persepolis Rising (The Expanse #7) | James S.A. Corey

Algo especial debe tener esta saga, que me siento a leer y las páginas pasan sin darme cuenta; un libro detrás de otro. Ya van siete, y no parece que los autores estén próximos a quedarse sin ideas o caer en fórmulas repetitivas. Cómo cada libro consigue capturar la esencia de los anteriores, construir sobre los acontecimientos pasados, plantear conflictos nuevos y diferentes, y llevar la historia en direcciones completamente imprevisibles, es algo que no deja de alucinarme. 

Pero incluso en una saga tan buena, tiene que haber un libro que destaque como el mejor, y yo creo que esta séptima entrega es digna contendiente a ese puesto, junto a El Despertar del Leviatán (#1) y Los Juegos de Némesis (#5). ¿Queréis saber por qué?

Persepolis Rising Expanse


Lo primero que hace este libro es dar un paso muy valiente, más bien un salto, uno de nada menos que treinta años con respecto al final de Las Cenizas de Babilonia. Para una saga que se ha centrado tanto en los personajes y su evolución, esto parece una locura, nuestros héroes han envejecido, algunos están próximos a retirarse y otros han fallecido off-screen sin que hayamos vuelto a saber de ellos. Algunas de las estructuras de poder que conocíamos siguen en pie, pero otras han cambiado. 

Y sin embargo, funciona. Sería imposible contar la historia que cuenta este libro sin ese salto de tiempo, y hubiera sido tedioso si se hubieran empeñado en escribir libros para rellenar esos años sin acontecimientos de peso (Festín de Cuervos, te estoy mirando a ti). 

Pero no queda ahí la cosa, porque además el libro desplaza el foco del protagonismo de nuestros héroes habituales, para que sean otros quienes brillen bajo los focos. Holden, Naomi, Alex y Amos siguen ahí, implicados en los acontecimientos, pero ya no todo gira en torno a ellos. De nuevo, parece una locura, pero de nuevo, funciona. Sus arcos narrativos están más que completos, les hemos visto crecer y pasar por muchas cosas, y tras este salto de treinta años, presenciamos un epílogo de sus vidas en el que poco a poco van pasando el testigo a nuevos personajes. 

Este traspaso de protagonismo no es fácil, y es algo que muchas veces viene forzado, o parece que el personaje cambia de nombre, pero realmente es el mismo, pero ese no es el caso, y aquí está llevado con mucha elegancia. 


No quiero entrar mucho en la trama, por no desvelar nada, pero si habéis leído el final de Las Cenizas de Babilonia ¿y qué hacéis leyendo esto si no lo habéis leído?, podéis haceros una idea: Duarte y su flota de Laconia ha vuelto y vienen dando guerra. 

Pero más que la trama y los acontecimientos concretos que tienen lugar, lo que me ha encantado del libro es lo que te hace sentir. El tono de esta historia es de constante desolación ante lo inevitable; parece que no hay salida, que cada paso conduce a una derrota aún más dolorosa, sientes que es imposible que los personajes puedan salir victoriosos esta vez; y esa angustia no solo te hace seguir leyendo, deseando probarte a ti mismo que estabas equivocado, sino que consigue que celebres cada pequeño triunfo como si del mayor de los éxitos se trataran. 

Holden y los suyos ya se han metido antes en muchas luchas en las que claramente no eran los favoritos, pero no es hasta este séptimo libro cuando realmente empieza a calar la idea de que tal vez no puedan ganar. El libro se mete muy bien en la mente de los personajes, en lo que supone la opresión de un enemigo superior y aparentemente invencible, en la tentación del derrotismo, y en la delgada línea en que la resistencia y el desafío se convierte en suicidio y estupidez. 


Y quizá sea en esos grises donde la novela encuentra su fuerte. Hasta ahora, siempre había estado claro quienes eran los buenos y quienes eran los malos, e incluso durante el levantamiento de Marco Inaros, la brutalidad de sus métodos te impedía terminar de simpatizar con él, aunque sus motivos pudieran estar justificados. 

Este libro abraza por completo esa posición moralmente ambigua que te hace cuestionarte quién quieres que se alce victorioso. Incluso hay momentos en los que llegas a plantearte si los héroes, a los que has acompañado durante seis libros, no habrán perdido de vista el camino y se habrán convertido en villanos. 

Persepolis Rising pone a los héroes en el pale de la resistencia, que tanto abunda en la literatura juvenil, pero en lugar de mostrar a un régimen tirano y un idealizado movimiento de luchadores por la libertad, nos hace plantearnos preguntas como ¿Cuándo la rebelión y la resistencia al régimen se convierte en terrorismo? ¿Cuántas víctimas son aceptables? ¿Cuándo dejan de importar los daños colaterales? ¿Cuándo plantar cara a un enemigo que sabes que no puedes vencer es admirable valentía? ¿Y cuándo un inútil sacrificio de vidas?

Y todo esto no podría funcionar sin la figura de Singh en el papel de teórico villano, firme creyente en la visión de Duarte para Laconia y la humanidad, y a través de cuyos ojos vemos los motivos y el por qué de todo lo que están haciendo. Y esos motivos, cuesta creerlo, tienen mucho sentido... tanto, que te hace pensar si acaso no terminará el libro con los "buenos" dándose cuenta de que su lucha esta avocada al fracaso, y que harían más bien colaborando con Singh.

Por desgracia, ahora les toca a ellos y al lector, decidir quién tiene razón. Esta vez no está Miller para disparar en la cabeza a Dresden antes de que pueda racionalizar sus actos y convencernos. 


Poco más puedo decir. El libro está genial, y tras un salto de treinta años y todo el cambio de statu-quo que supuso el arco narrativo de Inaros (libros 5 y 6), poniendo fin a la primera mitad de la saga, este es un fantástico comienzo para una aventura. Si os gusta la ciencia ficción, y si os gustan los grises que tan pocas veces vemos en la narrativa de ficción, si queréis un libro que os haga cuestionaros cada decisión de cada personaje, este libro os va a gustar. 

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