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Frankenstein | Mary Shelley

No exagero cuando os digo que, durante las primeras cincuenta páginas del libro, llegué a plantearme si no habrían cometido un error en la imprenta y encuadernado otro libro distinto en las pastas de mi copia del clásico de Mary Shelley.

Nunca dejará de sorprenderme lo distinto que puede ser el original de toda la imaginería y la simbología asociada a un personaje que nos ha llegado a través de la cultura popular. No hay nada de monstruos verdes, ni de tornillos en las sienes o en el cuello, ni turba enfurecida con horcas y antorchas... ni siquiera aparece la tormenta eléctrica que da vida al monstruo, tan asumida y reconocida ya, que muchas ediciones la usan incluso en su portada. 

Frankenstein Mary Shelley

Lejos de lo que uno pueda esperar, el libro no es de terror, ni tiene momentos verdaderamente desagradables. En su lugar, toma un cariz más humanístico, centrado en la culpabilidad que asola a Víctor Frankenstein tras crear un monstruo y ver la destrucción y el dolor que este deja a su paso. Casi recuerda a Crimen y Castigo, con más páginas dedicadas a explorar ese profundo sentimiento de desesperación y culpa, que a la creación del monstruo, que transcurre en apenas un par de páginas, o al enfrentamiento entre criatura y creador, que llegará, como mucho, a la decena de páginas. 

Y en paralelo tenemos las experiencias del monstruo, víctima al principio de las circunstancias, que poco a poco desciende hacía la maldad y la vileza. Y sin embargo, aunque las cosas que hace son detestables, y sin duda malvadas, como bien advierte Frankenstein, sus argumentos pueden resultar muy persuasivos. 

Cuando el pastor, a cuya hija acaba de salvar de ahogarse, le dispara horrorizado por su aspecto, nadie culpa al pastor. En cambio, cuando él agrede a los que le desprecian por su aspecto, inmediatamente es él sobre quien recae la culpa. Tan imposible es ver la injusticia que padece, como pensar que, de estar nosotros en la piel de los hombres con los que interactúa, reaccionaríamos de otro modo. 


Hay escenas y sucesos que han envejecido mejor que otros, obviamente, el libro se escribió hace doscientos años, pero la acción va a toda velocidad y, aunque predecible en ocasiones, engancha. Respecto al largo preámbulo, en el que no aparecen ni Víctor Frankenstein ni su creación, aunque sea quizá innecesariamente largo, entiendo, por como está estructurado el final, la necesidad de que la historia sea relatada por Víctor a un tercero, y la necesidad de ese tercer personaje y punto de vista.

En suma, creo que es una lectura muy interesante, con muchos grises, y distinta de la idea de este personaje arraigada en la mentalidad colectiva. Esta última semana he ido preguntando a la gente qué ideas asocia a Frankenstein, cómo se imagina el libro, y nadie ha estado cerca de dar en el clavo. 

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