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Homo Deus | Yuval Noah Harari

Homo Deus plantea ideas interesantes, pero no ha estado a la altura de mis expectativas, que probablemente eran injustificadamente altas, ni me ha parecido que esté a la altura del bombo y platillo que le da la gente. Grandes análisis y reflexiones quedan, por desgracia, lastrados por una primera mitad terrible, y explicaciones demasiado largas y reiterativas. 

Homo Deus

Lo primero, el libro no ofrece lo que promete. ¿Historia del mañana? ¿Dónde? De las predicciones que promete en la primera página tiene las últimas cien, y eso de refilón.
Lo segundo y más grave aún, el libro es más largo de lo que se merece: la primera mitad ni siquiera debería existir. Es caótica, es repetitiva y, en última instancia no es más que cúmulo de datos básicos y elementales a lo largo y ancho de múltiples disciplinas científicas, que no parecen tener relación entre sí o servir propósito alguno.
Incluso en la segunda mitad, que, sinceramente, parece otro libro por comparación, hay secciones enteras que parecen haberse incluido más por la pasión personal del autor por el tema, que porque aporten algo a su tesis.

Pero me estoy adelantando, volvamos de nuevo al principio, al extensísimo "prefacio": el libro promete futurología y predicciones, pero antes tenemos que dar un pequeño pasito atrás, por ponernos en situación. ¿Hasta dónde?, preguntáis. Hasta la prehistoria nada menos.
150 páginas más tarde (un tercio del libro ya), y aún vamos por 1900 y sin visos de que empiece a hablar del futuro. Y en todo ese tiempo no se plantea una sola idea nueva u original. ¿150 páginas y no eres capaz de contarme nada que me sorprenda o que no supiera ya? Me recuerda a uno de esos artículos de refrito universitario, que dedican más páginas a referenciar y citar el trabajo de otros, que a exponer los resultados del trabajo propio.

Y otra cosa, ¿existía acaso una obligación contractual de mencionar a los cazadores-recolectores cada cuatro páginas?
Lo pillo, todo nuestro comportamiento deriva y está influenciado por la vida de nuestros antepasados de la edad de piedra. ¿Ves? Una frase, ahí lo tienes. Quizá da un ejemplo, dos si me apuras; no hace falta repetirlo para cada nuevo concepto. Hay veces que ni siquiera elabora en ello; está hablando de otra cosa y suelta: y lo mismo ocurría con los cazadores-recolectores. Punto y aparte, y continúa con lo anterior. Es como si temiera reventar de no mencionarlo.

El libro per se empieza en la página 167 (Web of Meaning), al final del tercer capítulo. Oh, no me entendáis mal, seguimos dándole excesivas vueltas a las palabras, regresando al Egipto faraónico, mencionando a los cazadores-recolectores al menos una vez por capítulo, y muy lejos de algo remotamente parecido a futurología, pero al menos son ideas nuevas e interesantes. 

Como he dicho, esta segunda parte parece otro libro. Desde el preciso instante en que empezó a hablar de humanismo, no pude parar de leer. Su visión del mundo y la sociedad es sencilla de leer, pero compleja e interesante, y presenta ideas sobre las corrientes humanísticas y el impacto que la tecnología está teniendo (y tendrá) en nuestra sociedad, que, aunque obvias, son algo que normalmente ni te planteas. 
Personalmente me quedo con el análisis sobre cómo las entidades intersubjetivas gobiernan el mundo y cómo, si Francia o Google, que en esencia son constructos, pueden poseer cosas, porqué no iba a poder poseerlas un algoritmo o una inteligencia artificial.  

También me ha sorprendido descubrir que, sin saberlo yo, llevo años dando la paliza en favor del dataismo y el libre tráfico de datos. ¿Cuantas veces me habré quejado de que los médicos me pregunten por antecedentes familiares, esperando que yo los conozca (de forma correcta y precisa, además), cuando deberían tener ellos la potestad de consultarlos? Qué se lo pregunten a las dos doctoras que tengo en la familia... 
No esperaba para nada estar de acuerdo con la tesis del libro, creía que iba a ser algo demasiado rebuscado e inverosímil, pero, mira por donde, en muchas de las cosas que dice, lo estoy. 
Algo que me ha resultado curioso, eso sí, es cómo dice que en 2016 ciertas tecnologías ya se han demostrado viables, y sin embargo aquí estoy yo en 2020, leyendo el libro, y de esos grandes avances no se ha vuelto a saber nada. No digo que no sean viables en un futuro, pero creo que el autor peca de optimismo en lo que a avances científico-tecnológicos se refiere.

Dicho todo lo anterior, una de las grandes virtudes de Homo Deus es que se lee sin esfuerzo: está escrito de forma agradable, en términos coloquiales, con frases sencillas y ejemplos que te llevan de la mano, desgranando poco a poco cada concepto, para que no tengas que llegar tú solito a ninguna conclusión. Y quizá ese era el objetivo con tanta página y palabrería, hacer de temas complejos una lectura sencilla, pero, si se me permite el símil matemático, creo que el lector medio se aburre cuando te pones a explicarle las sumas y restas en un libro sobre calculo diferencial.

En resumidas cuentas, ¿merece la pena? Sí, pero metiéndole tijera. La segunda mitad está genial: es interesante, dinámica, bien explicada, con cohesión entre los capítulos. Esa es la parte que merece la pena. 
La primera mitad me ha dado ganas de golpearme con el libro en la frente. Repetidas veces. Hasta hacerme daño. 
Mi recomendación es la siguiente: leed la introducción, saltad directamente a la página 167, esquivando toda la paja y el tedio que acecha entremedias, pasad a lectura ligera por las secciones centrales sobre Egipto, Sumeria y demás, y luego ya, de forma exhaustiva, adentraros en sus la verdadera tesis del libro, que empieza en el capítulo 8.   

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