Una cosa estoy dispuesto a conceder: este libro no se parece a nada que haya leído antes. La voz, el estilo, la estructura, todo busca romper con las formas y convenciones preestablecidas. Basta abrirlo por una página al azar para ver que estas ante algo... diferente. Para bien, y para mal. Para empezar, lo que es evidente según lo abres, el libro no está estructurado en capítulos, sino en epígrafes que oscilan entre dos líneas y dos páginas. Pero los títulos de esos epígrafes no son realmente títulos, sino parte integral de la narración. A veces son la respuesta a la pregunta con la que terminó el párrafo anterior, otras son un trozo de una frase... no hay una regla fija que yo haya podido ver, ni ninguna indicación de en cuáles puedes parar, y en cuáles deberías seguir leyendo como si de otra línea del párrafos e tratase. Por su parte, la historia se cuenta intercalando múltiples voces y perspectivas. Por un lado, tenemos la narración en segunda persona de un personaje que...