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Hijo Dorado (Amanecer Rojo #2) | Pierce Brown

Lo habitual es que las segundas partes no estén a la altura de la obra inicial de la saga, es lo que uno ya espera y a lo que está acostumbrado, pero de cuando en vez, aparece la rara excepción. Amanecer Rojo estaba bien, pero esto es harina de otro costal. Hijo Dorado toma todo el potencial de su predecesor, un libro que recordaba bastante a Los Juegos del Hambre, y va y lo convierte en una pedazo de Space Opera, cargada de duelos, batallas navales e intriga política. 

Hijo Dorado Pierce Brown

La novela quizá no es la mejor a la hora de recordarnos acontecimientos anteriores, y eso puede ser un problema, cuando aparece un personaje y no recuerdas ni quién es, ni a quién debía lealtad, ni qué fue lo que hizo o dejó de hacer en la novela anterior. 

Por contra, la trama es condenadamente adictiva. Te mete de lleno en la acción desde el primer capítulo y apenas baja el ritmo. Y si lo hace, es solo para golpearte a renglón seguido con tal giro narrativo que te pone las orejas en órbita. El autor no tiene ningún tipo de piedad con las traiciones o las muertes de personajes, y el resultado es un libro que te tiene en vilo de principio a fin, y que no puedes parar de leer. Y el final... mira que te lo ves venir, pero aún así, es que te deja planchado. 

Además, el constante conflicto al que se ve sometido el protagonista, tratando de balancear planes, secretos, amistad, ambición y lealtades, da una dimensión adicional muy interesante a toda la trama. 


Sin ánimo de extenderme más, me ha encantado. De las mejores secuelas que he leído. Tanto me ha gustado, tal ha sido el salto que he visto entre una primera novela que me gustó, pero tampoco me volvió loco, y esta segunda, que me ha tenido obsesionada durante los cuatro o cinco días que he tardado en devorarla, que me ha hecho replantearme otras sagas que he abandonado tras un primer libro normalito. Estoy deseando leer el siguiente. 

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