Siento que llevo eones leyendo este libro. Se me ha hecho más largo que un día sin pan... Está muy bien escrito, plantea temas complejos y el principio, claramente inspirado en Dune, apuntaba maneras. En un momento dado llegué a tener la secuela en mi carrito de la compra. Pero ha acabado por resultarme un tostón de mucho cuidado.
El libro arranca con una premisa muy interesante. El narrador y protagonista confiesa ser él quien puso fin a la guerra, quien esclavizó a los enemigos de la humanidad, quien destruyó un sol, mató al emperador y se llevó por delante a millones de personas. Todo eso, sin ser un soldado y sin realmente tener un rol en el conflicto. Todo por estar en el lugar equivocado en el momento correcto. O quizá en el lugar correcto en el momento equivocado.
Esto, de entrada, plantea un misterio por resolver, porque a ver cómo es posible hacer todo eso que dice haber hecho y que fuera sin querer, al tiempo que promete un nivel de acción y dramatismo, una escala de actos y consecuencias, a la que es difícil decir que no.
Luego da marcha atrás, hasta el principio, y nos cuenta su vida. Ahí es donde más se parece a Dune: el joven noble, miembro de una familia que controla un planeta con un recurso clave, el retrofuturismo, la religión como elemento de control, las lecciones de esgrima, el miedo a las máquinas pensantes, los escudos que solo puedes atravesar a baja velocidad... y aún así, logra mantener una cierta personalidad propia, gracias en parte introducir el conflicto con los alienígenas en la fórmula, y en parte a la naturaleza introspectiva y sensible del protagonista.
Por desgracia, el libro se pasa las siguientes setecientas páginas dando tumbos, sin saber muy bien lo que quiere ser, y sin acercarnos lo más mínimo a ese final auspiciado en el que el protagonista destruye un sol.
Primero, parece que la historia gira en torno a las intrigas de una familia noble, las luchas por la herencia, la relación con su padre y su hermano, pero no. Luego se introduce a la pintoresca tripulación de una nave de contrabandistas, y parece que va a ir de eso, pero tampoco. Luego tiene una época viviendo en las calles, conoce a una ladrona, vive la peste... pero la cosa tampoco va de eso, porque entonces se mete a gladiador... y eso tampoco llega a nada. Luego tenemos intrigas palaciegas, una excavación arqueológica, llega la guerra, más intrigas palaciegas...
¿Lo peor? Que con cada volantazo y cambio de situación, hace también borrón y cuenta nueva en el elenco de personajes. Todo lo anterior va por la borda, e introducimos a un nuevo plantel. Al final, la única constante es el protagonista. Todo lo demás da igual...
Y para cuando la trama quiere realmente coger algo de fuerza, el libro se ha terminado, a años luz de alcanzar nada de lo que se prometió al principio y sin haber justificado la existencia de la mitad de las cosas que nos han contado.
El resultado es un libro lentísimo que trata de ir en mil direcciones sin conducir ninguno de sus múltiples arcos a algún tipo de cierre o conclusión, ya sea más o menos satisfactoria. Está muy bien escrito, y el universo que crea es interesante... pero le hace falta un editor severo y mucha tijera.
Al final, más de setecientas páginas para lo que no deja de ser una introducción, que termina, literalmente, cuando la nave despega y empieza la aventura... No es siquiera un "continuará". Es el más largo y tedioso de los prólogos. Quizá, con una tonelada métrica menos de diálogo interno, lamentos y cavilaciones del protagonista, y algo más de acción que aportase dinamismo y tensión a la trama, podría haber funcionado. Quizá...
La saga está recibiendo muchos elogios, pero lo cierto es que me ha resultado un tostón. Lo he terminado por orgullo, porque soy un cabezón, y por ver si algo del final justificaba tanto preámbulo. Pero no. Menuda decepción.

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