Gavriel Kay es un autor que me encanta. Tigana es, posiblemente, uno de los libros que más veces y a más gente he recomendado. Me encanta su prosa, su estilo poético, casi musical, la pasión que pone en sus personajes... pero esta es su primera novela, y se nota.
Es la historia de unos estudiantes universitarios canadienses que viajan a un mundo de fantasía, con su señor oscuro, sus elfos, sus enanos y todos los clichés pertinentes. Algo reminiscente de Las Crónicas de Narnia, o quizá Memorias de Idhún, pero con personajes un poco más adultos, algo que, a priori, no parece mala idea.
La parte de Fionavar, la historia, el mundo, la mitología, todo el concepto en torno al Árbol del Verano... esa parte me tiene ganado, a pesar de las flagrantes similitudes con El Señor de los Anillos. Los personajes del mundo real, por le contrario, me traen sin cuidado, y es un problema, porque son los protagonistas.
Para empezar, su reacción a la existencia de la magia, los mundos paralelos, los monstruos, las razas de fantasía y demás es, iba a decir antinatural, pero la palaba correcta sería inexistente. De los cinco, solo uno expresa algún tipo de reservas, y no hay ningún acontecimiento que les empuje a viajar a Fionavar, ni nada.
Si cuando unos desconocidos, que dicen ser un mago y un enano, os invitan a viajar con ellos a su reino de fantasía a través de un portal mágico, os parece que la reacción natural es un rotundo e inmediato sí, quizá este libro os pueda encajar. Yo, personalmente, he tenido bastantes dificultades aceptando las motivaciones y decisiones de los personajes.
Pero por si eso fuera poco, el hecho de que los protagonistas vengan de otro mundo no aporta nada. Podrían haber sido campesinos locales, reclutados por el mago, y no habría cambiado nada. No hay obstáculos que logren salvar únicamente gracias a sus conocimientos del mundo moderno, no hay choque cultural, los propios personajes apenas mencionan la tierra o su vida antes de conocer al mago, y todo lo que se introduce al principio de la madre de uno y el padre de otra y lo que está estudiando el de más allá es absolutamente irrelevante.
Estructuralmente, la novela también se me ha hecho rarísima. Abre con un "prologo" de dos capítulos, en el que los cinco protagonistas son introducidos a la vez, de golpe, todos en la misma escena, como si tuviéramos que conocerlos ya de antemano.
Luego viajan a Fionavar, se separan y, durante más de medio libro, la trama sigue solo a cuatro de ellos, saltando constantemente entre uno y otro, pero ignorando al quinto que está fuera de escena. Entonces, a unas cien paginas del final, damos un salto atrás en el tiempo para reencontrarnos con ese quinto personaje abandonado y enterarnos de lo que ha estado haciendo mientras tanto.
Es raro, primero, porque hay un clímax prematuro, al terminar la primera trama, pero aún queda libro, y el capítulo siguiente te lleva al principio, al momento en que llegaron a Fionavar. Y luego esta trama —que es de lo mejo de la novela— llega tan tarde y está tan desconectada de todo lo demás, que casi parecen dos libros puestos uno a continuación del otro.
Pero tampoco es un recurso intencional para mantener el suspense ni nada. No es que necesites nada de la primera trama para entender la segunda, o que la segunda te desvele o haga reinterpretar nada de la primera. Sinceramente, no entiendo el motivo para contar primero una historia entera, parar, volver atrás y contar la otra, si esas historias no tienen interconexión o influencia alguna la una en la otra.
Y ya por último, tenemos la cuestión del quíntuple protagonismo y el constante salto de punto de vista entre un personaje y otro, a veces en la misma escena, en la misma conversación, y sin punto y aparte mediante. Es confuso, más cuando los cinco canadienses tiene la misma voz.
Pero es que no solo tenemos el punto de vista de los cinco protagonistas. También tenemos que ver qué piensa y hace el mago, y el enano, y el príncipe, y el elfo, y el malo y el aiaiai. Nunca pensé que diría esto de un libro de fantasía, pero hay demasiados personajes, demasiados trasfondos, todo por tener tantos protagonistas y por tener que introducir gente del mundo real y del mundo de fantasía...
Al final, el libro trata de hacer demasiadas cosas y hay tramas que no llevan a nada, o de las que no me dan motivos para que me importe. El chaval que se monta en el unicornio y vuela a la luna, los niños jugando a la versión profética de la gallinita ciega, la princesa seducida del reino vecino... ¿Qué pintan en todo esto? ¿Es qué van a jugar un papel importante? ¿Pretenden plantar las semillas de algún tipo de misterio? No lo sé. Pero no olvidemos, que ya hay cinco protagonistas, más el mago, más el príncipe, y demás... el resto de personajes que vemos en un solo capítulo, o en un par de párrafos, inevitablemente caen a segundo plano.
Es una lástima, porque este es el mundo "central" del universo del autor, al que sus otras obras hacen referencia, pero no voy a seguir con la trilogía. Únicamente agradezco haber leído antes sus otros libros —Tigana, A Song for Arbonne y Lions of Al-Rassan—, porque si hubiera empezado por aquí, no habría leído el resto.
De hecho, ha sido una experiencia un tanto deprimente. Mis expectativas eran altísimas y he tenido casi que forzarme a terminarlo. No porque estuviera mal escrito, no porque me resultara desagradable, sino simple desinterés. Me daba igual lo que pasara. Y eso es un problema.
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