No puedo parar de dar vueltas la genialidad de premisa que han montado tras esta noveleta.
Colonización espacial por medio de copias reiterativas de la misma nave y el mismo grupo de personas, comprimidas como archivos zip, y lanzadas a la velocidad de la luz. Cada copia, aprendiendo del éxito o fracaso de las otras. Pero como copias que son, todo error o problema en el original tiende a repetirse ad eternum. Y en medio de todo esto, un tipo empeñado en que, en alguna de las miles de copias, algunos de los él, pueda convencer a alguna de sus ex de volver a estar juntos.
Es que es una idea brillante con posibilidades, no sé, infinitas, de las que habría dado para una novela de cien mil palabras, tranquilamente. Anoche iba en el coche, contándoselo emocionado a mi mujer, y empezamos a cruzar preguntas y teorías, y wow... para momentos así leo ciencia ficción.
Pero es que no es solo la idea. La historia, contada en una mezcla de narrativa y epistolar, no para de innovar y sorprenderte. Va dando saltos en el espacio y el tiempo, cambiando de una copia del grupo a otra, siguiendo distintas versiones de los mismos personajes, con un dinamismo sorprendente. Y ya cuando los personajes empiezan a mandar mensajes a sus otros yo de otras copias... es una pasada.
Lógicamente, en cuarenta páginas apenas da tiempo para arañar algunas de las muchas posibilidades y ramificaciones que podría acarrear esta idea, pero la noveleta no escatima y logra encontrar hueco para explorar, o al menos plantear, bastantes de ellas. Suficientes como para mantenerte enganchado, darte algo en qué pensar en casi cada página y dejarte plenamente satisfecho.
Muy recomendable.
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