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Antes de que se enfríe el café | Toshikazu Kawaguchi

Antes de que se enfríe el café es un libro muy sencillito, con una única ubicación y apenas una decena de personajes, pero con una premisa genial: en una pequeña cafetería de Tokio es posible viajar al pasado, siempre y cuando se cumplan una serie de reglas.

Antes Enfríe Café Kawaguchi

Se podría decir que es una novela de viajes en el tiempo, pero realmente no lo es. No hay bucles, ni espirales, ni paradojas, ni realidades paralelas... es todo mucho más sencillo. 

Las estrictas reglas que rigen los viajes al pasado —no se puede salir de la cafetería, el presente nunca cambiará, solo puedes permanecer en el pasado lo que tarda en enfriarse un café, y otras tantas del estilo—, no solo limitan a los personajes, sino que acotan la narración. Esto da lugar a una historia fácil de entender y digerir, cualquiera que sea el lector que tengan delante, y una trama mucho más humana y visceral, cargada de momentos puramente emocionales: un último adiós a un fallecido, el desquite de volver a una conversación que te persigue y decir todo lo que te quedaste con ganas de decir, el poder pedir explicaciones y hallar paz tras una trágica ruptura... ese tipo de situaciones. 

La prosa también es sencilla y directa —se lee casi sin querer—, lo cual podría ser cosa de la traducción, o una decisión estilística. Aunque unido al hecho de que todo ocurra en una única ubicación y con tan pocos personajes, me hace pensar si la novela no habría sido inicialmente concebida como obra de teatro. Lo cual no digo como algo malo, sino como una curiosidad. 


El libro se estructura en cuatro historias cortas, aparentemente independientes, pero que realmente no lo son. Es más como una serie episódica, de esas en que cada capítulo es un caso, pero hay una narrativa general que avanza a lo largo de la temporada. 

Cada historia gira en torno a un único viaje al pasado, pero los personajes se repiten e incluso hacen referencia a cosas que han pasado en historias anteriores; sobre todo en la cuarta, que lo cierra todo con un fantástico lazo. 

Esta interconexión le da bastante cohesión a la novela, pero también da lugar a párrafos un tanto repetitivos, ya que en cada historia describen el lugar, nos reintroducen a los personajes y vuelven a enumerar las reglas que rigen el viaje. 

Es un poco raro, aunque imagino que la idea es que puedas o bien leer todas las historias en orden, o leer una cualquiera sin saber nada de las demás. 


En resumen, estamos ante una novela con viajes en el tiempo, pero no de viajes en el tiempo. No es ciencia ficción. Ni os va a sorprender con increíbles giros narrativos, ni vais a necesitar recablear el cerebro para seguir la trama. Los viajes en el tiempo no son sino un medio para poner a los personajes en situaciones muy emotivas y cercanas, a las que todos hemos deseado regresar en un momento u otro, y que de otro modo serían imposibles de alcanzar. 

Seré el primero en admitir que no es mi tipo de lectura, y sí, hubiera preferido algo más de intríngulis en esos viajes en el tiempo, pero también he llorado al final, así que misión cumplida. Desde luego, lo que se propone, el libro lo consigue. Me ha gustado. ¿Qué más puedo decir?

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