Ir al contenido principal

Royal Assassin | Robin Hobb

Royal Assassin es, en todos los sentidos, una versión mejorada de su predecesor, Assassin's Apprentice (aunque dista de estar a la altura de otros libros posteriores de la autora, como Ship of Magic). Es más largo, la trama es más compleja e intrincada, con multitud de frentes abiertos y piezas en movimiento y, quizá lo más importante, Fitz ya no es un niño que ve los acontecimientos desarrollarse a su alrededor, sino un joven miembro de la corte que toma parte activa en el desarrollo de esos acontecimientos con sus acciones y decisiones. 

Dicho lo cual, ello no quita para que el libro, como todos los de la autora sea lento y mesurado. Esta es una saga de fantasía que se inclina más sobre las intrigas cortesanas que sobre la acción —de hecho, muchas secuencias de acción transcurren en un párrafo o una frase—, y la sensación que deja al leerlo es muy similar a la del primer libro. Muchas escenas cotidianas, los personajes viviendo días normales de sus vidas, paseando a caballo, tomando el té, atendiendo a sus quehaceres, interactuando entre sí... hasta que la trama de intrigas y traiciones da el salto desde las sombras al primer plano. Todo esto no lo digo como algo bueno ni algo malo, sino como que algo que hay que tener en cuenta para saber dónde te estás metiendo. 

Royal Assassin Robin Hobb


El libro, como decía, empieza lento, con un Fitz frágil y enfermo, y poco pasando a su alrededor —un primer acto en el que, fundamentalmente, los personajes se dedican a recoger los pedazos de todo lo que ocurrió en el libro anterior—, y va ganando ritmo a medida que pasan las páginas. En el segundo acto es cuando Hobb despliega toda su red de tramas e intrigas, tan basta y variada que nuestro pobre protagonista va de un problema a otro, como pollo sin cabeza, sin resolver nada y enfangándose más y más. Y sin que te des cuenta, llega un punto en que todo estalla, y las conspiraciones de unos se suceden como capas sobre las de otros, en un clímax del que una cosa es segura: tú vas leyendo y te dices «esto no puede acabar bien».

El final me ha encantado, y deja todo abierto y cerrado al mismo tiempo —no sé si eso tiene sentido—, pero la sensación es que el libro termina, dejándote satisfecho, pero con todas las puertas abiertas y las piezas dispuestas para un fantástico final de trilogía. Y me gusta que en ningún momento haya una victoria limpia para una u otra parte. Siempre que un personaje gana y se sale con la suya, paga un precio. 

A nivel del mundo, en este libro descubrimos alguna cosa más sobre el bufón, los saqueadores rojos y la misteriosa raza de los antiguos, pero tengo la impresión de que es apenas la punta del iceberg, y yo me he quedado casi con más preguntas que respuestas. El sistema de magia, por su parte, sigue tan indefinido como en el libro anterior, de modo que, a conveniencia, pueda ser la causa o solución de cualquier obstáculo. 


La pega que le pongo al libro es que los personajes pecan un poco bastante de ingenuos (eso, o hay secretos de la trama que aún desconozco, pero lo dudo). Hay un punto en el que tanto el lector como los personajes saben quién es el malo, qué está haciendo y porqué lo está haciendo, pero nadie toma acción alguna. Si solo lo supiera Fitz y el quisiera actuar pero los demás se mostrasen prudentes, sería comprensible. Pero que todos lo sepan y no quieran ni hablar de ello... resulta un tanto extraño. Y tampoco se puede decir que les pille de nuevas. Es como si los personajes no hubiesen leído el libro anterior... 

No puedes evitar pensar, «algo se me esta escapando, hay algo que no sé y que justifica esta inacción«, pero al final no. O piensas «Quizá las cosas no son lo que parecen», pero sí. Incluso terminado el libro, me veo en la necesidad de seguir desconfiando de todo el mundo, y seguir pensando que tiene que haber algo más, algún matiz ajeno a mi, que justifique ciertas... decisiones. No digo más. 

Yo entiendo que las historias viven de los errores de los personajes —las instrucciones en la peli de los gremlins no eran tan difíciles, y si las hubiesen seguido... pues no habría película—, y sé que si estos actuasen siempre de la forma más inteligente, astuta y/o racional, tomando a cada paso las mejores decisiones, la historia no sería tan interesante. Entiendo, igualmente, que pese a todo su talento, y todo lo bueno, leal y bien intencionado que es, Fitz no es el tipo más brillante. Que Patience le tenga que explicar lo de las hierbas para la tos, ya lo entenderéis... vaya tela. Pero también resulta un poco anticlimático cuando gente que lidia en secretos, politiqueo y conspiraciones es sorprendida por un cualquiera, solo porque sus planes se resuman a «vamos a esperar y ver, sin hacer nada». A veces tengo la sensación de que toman la decisión que más va a complicar las cosas.

Y me encantaría, pero es que ansío el momento, de leer un personaje al que, que cuando su pareja le diga «cariño, estoy tratando de impedir una conjura, no puedo contarte más, pero estás en peligro, coge las cosas y vete» responda «sí mi amor, ahora mismo, no digas más, confío en ti». Pero nooooo... hay que ser un obstáculo adicional y un problema más en el plato del personaje, que se ve que no tiene suficiente. 


En suma, y a pesar de todo lo que he dicho de la ingenuidad de los personajes, y cómo se meten ellos solitos, o los unos a los otros, en complicaciones innecesarias solo para enredar aún más las cosas, el libro me ha gustado mucho. Me encanta como la autora teje las tramas tan poquito a poco que ni te das cuenta, y las últimas páginas es que las he devorado. Esta mañana según he terminado de desayunar me he puesto a leer y no me he levantado del sofá hasta terminarlo, a eso de las tres de la tarde. 

Estoy deseando leer el tercero de esta trilogía, y retomar Ship of Destiniy, que lo tengo ahí a la mitad... y madre mía, si en este esta la cosa enrevesada, ahí si que están las aguas revueltas. 

Comentarios