Ir al contenido principal

Assassin's Apprentice | Robin Hobb

Cuanto más lo pienso, más difícil me resulta entender cómo este libro ha podido gustarme tanto. Sobre el papel hace cosas que, generalmente, no me atraen en una novela, y sin embargo me ha encantado. Supongo que hay autores tan buenos que puede hacer que cualquier cosa funcione.


El libro está planteado como una autobiografía, escrita por el propio protagonista desde un futuro distante y, pese a no ser particularmente largo, puede resultar una lectura densa, con gruesos bloques de texto, amplias reflexiones, pero escaso diálogo. 

La trama se intercala con alusiones a la falta de fiabilidad del narrador —especialmente en los primeros capítulos, cuando este apenas tiene seis años, ¿y quién se acuerda con fiabilidad de lo que ocurría a su alrededor cuando tenía seis años?—, hace pausas para añadir detalles que, aunque el protagonista desconocía en el momento en que suceden los acontecimientos, sí ha averiguado más tarde; o simplemente especula, explotando al máximo el limitado punto de vista de la tercera persona, sobre lo que piensan los otros personajes, o porqué hacen lo que hacen. 

Con esto no quiero decir que el libro tenga mucho relleno, o que haya secciones aburridas, o que sea una lectura pesada, porque el mundo en que se ambienta la novela es tan rico y vívido, y el protagonista tan tierno, que hasta los momentos más mundanos de la novela resultan interesantes. 

No es un libro trepidante, no os voy a engañar. De hecho es más bien todo lo contrario: es lento, detallado, meticuloso. Pero es que no todos los libros de fantasía necesitan ser un constante torrente de secuencias de acción y, a veces, en el congestionado género de la fantasía, se agradece que el libro se tome su tiempo y te lo cuente absolutamente todo.


Pero quizá lo más curioso es cómo el protagonista se las apaña para estar en el centro de los momentos  clave en la historia de este mundo, pese a tener una mínima capacidad de acción y toma de decisiones. Al fin y al cabo, no deja de ser un niño (de catorce años al final de la novela y seis al principio), y poco puede un niño influir en la compleja trama de intrigas políticas y cortesanas que se cierne a su alrededor cual telaraña. 

Normalmente detesto que las cosas simplemente les pasen a los personajes, sin que sean estos los que muevan la historia, impulsándola con sus objetivos, ambiciones y motivaciones; pero, de algún modo, este libro es diferente. Aunque el protagonista no sea más que un testigo que reacciona ante lo que ocurre en el mundo, sin tener poder realmente para cambiarlo (como haría un niño), el libro hace que sintamos interés por el papel, pequeño o grande, que él pueda desempeñar en todo esto, da énfasis a cómo los acontecimientos le afectan, en lugar de cómo él da pie a los acontecimientos. 

Es ese cambio de perspectiva lo que consigue que se le coja tanto cariño al personaje, al tiempo que hace aún más satisfactorio e impactante el último acto, en que él, por primera vez, toma las riendas, y son sus decisiones y sus actos, no solo en ese momento, sino los que ha ido tomando a lo largo de la historia, los que cambian la historia de un reino. 

Y no menos importante, hace al personaje más real. Una de las cosas que más me ha gustado del libro, es lo creíbles y multidimensionales que son los personajes. En una trama de política e intriga, todos tienen sus múltiples capas de lealtades, sus creencias, su propia agenda... y en el centro de todo esto está nuestro protagonista, que se comporta y reacciona como un niño, evitando caer en el habitual cliché del héroe adolescente que se comporta, piensa y actúa como un adulto.


Sinceramente, el libro me ha encantado. Robin Hobb escribe genial y me encanta el mundo que empieza a construir con este libro. Sin embargo, también diré que hay que saber dónde se está uno metiendo, porque este es el primero de una saga de quince libros (aunque no hay que leerlos todos ni estrictamente en orden, ya haré un post sobre eso algún día), y son libros densos, lentos, pausados, de mecha muuuuuy larga, con un estilo muy dedicado a explorar cómo se sienten y qué piensan los personajes, y no solo qué hacen, sino más bien porqué lo hacen. 

Si este estilo os gusta, os atrae, Robin Hobb os va a encantar. Sin embargo, si necesitáis, y he de reconocer que a mí a veces me lo pide el cuerpo, un ratio de a escena de acción por cada cien páginas, este no es el libro que estáis buscando.  

Comentarios