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Ship of Magic | Robin Hobb

Si os gusta la fantasía, los barcos y las historias épicas; si os gustan los villanos detestables, pero con buen fondo en sus motivos; si os gustan las novelas que se toman su tiempo, narrándolo absolutamente todo, sin dejar detalle en el tintero, sin importar lo lento o largo que tenga que ser el libro, este es el libro que estabais buscando. 

Ship Magic Robin Hobb

Ship of Magic se presenta como una novela de piratas, comerciantes, magia y barcos parlantes. Sin embargo, tras esta fachada, la historia gira en torno a la familia Vestrit, una herencia en disputa, y las ambiciones de un diverso grupo de personajes, que chocan entre sí como frentes de tormenta.

El libro es muy pausado, y salvo un par de notables excepciones, apenas tiene escenas de acción propiamente dicha, pero es que tampoco le hace falta. Los personajes hacen con palabras lo que otros harían con acero, apilando insultos, amenazas y afrentas hasta hacer sus posturas irreconciliables. Especialmente en la primera mitad del libro, hay discusiones de cocina en las que solo les falta tirarse la vajilla a la cabeza, y que valen más que mil duelos de espada.

En lugar de en la acción, el libro pone el foco en los personajes, en sus conflictos internos, en explorar cómo se sienten, qué piensan, porqué hacen lo que hacen. La mayoría de los personajes no sufren más que desgracias, aunque muchas veces estas sean auto infligidas por el orgullo, la arrogancia o algún otro defecto. Y eso es algo que me ha gustado mucho. No hay personajes que sean paragones del bien o el mal, ni siquiera el santurrón de Wintrow. 

Todos tienen sus virtudes y defectos, y todos persiguen única y exclusivamente sus propias agendas, sin importar las consecuencias. Un capítulo muestran lo mejor de sí y al siguiente dan rienda suelta a sus demonios. Ronica es la única que mira por los demás, y aún así lo hace cegada por orgullo, en la firme creencia de que solo ella sabe distinguir lo correcto de lo incorrecto, y que no puede relegar conocimiento o responsabilidad a otros. 

Sin embargo, quizá los personajes que más dignos son de alabar son los antagonistas. Este libro tiene el mejor villano que he leído en mucho tiempo, y ni siquiera es uno de los piratas. Sin levantar un dedo contra nadie, Kyle consigue resultar absolutamente detestable; pero en el buen sentido: está tan bien escrito, que no puedes sino odiarle cada vez que aparece o abre la boca, y sin embargo, sus motivos para hacer lo que hace están más que justificados, y nacen de buenas intenciones. 

Y no es el único. Malta es repelente e insoportable, hasta el punto que deseas que le pase algo malo para que aprenda, aunque al mismo tiempo te sientes culpable por desearle mal a un niño. Hacía mucho tiempo que no leía un elenco de personajes que despertaran pasiones tan fuertes al leer sobre ellos. Que me dieran ganas de abrazar, físicamente abrazar a unos, y partirles la cara a otros. 


El único pero que le pongo al libro es el final. Es un libro lento, que va desarrollando a los personajes cual ajedrecista que despliega sus piezas por el tablero, con premeditación e intencionada pausa, y yo esperaba que eso nos condujera a un final explosivo. Sin embargo, el libro acaba completamente abierto, sin haber resuelto nada, y con la mayoría de los personajes en idéntica o peor situación de la que empezaron. Sé que es el primero de una trilogía, y no me entendáis mal, me he quedado con muchísimas ganas de leer el segundo —que ya lo tengo comprado y la semana que viene lo empiezo, vaya—, pero esperaba un final más dramático. 

De hecho, el final se centra completamente en una parte de los personajes: Vivacia, Wintrow, Kyle, Kennit... pero del resto no sabemos nada. 


Aún así, como ya he dicho, el libro me ha encantado. Es de mecha lenta, y muy larga, pero está fenomenal, y creo que para un lector avezado, que un libro se tome su tiempo, no debería suponer un escollo. Hay diálogos en este libro que dejan en ridículo a batallas y peleas enteras, y sobre todo, hacía mucho que no leía personajes tan bien escritos; interesantes, variados, y con los que he conectado a un nivel casi visceral, ya fuera para querer consolarlos, zarandearles de la pechera, gritarles hasta que salgan de su estupor, soltarles un guantazo, o molerlos a palos. Muy, muy recomendable. 

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