Bueno, pues con una semana de retraso, me he terminado la segunda temporada de The Boys, y está bien, pero dista mucho de ser lo que fue la primera. La primera temporada me la vi con voracidad, prácticamente en dos tardes. Esta… bueno, el que saliera a capítulo por semana no ha ayudado, pero tampoco me importaba si salía un capítulo y pasaban un par de días (o cuatro, o diez) antes de verlo. Cuando la serie hace las cosas bien, las hace tan bien o mejor que la primera, pero cuando las hace mal... uff...
Esta temporada también caracteriza muy bien a El Patriota como un sociópata
obsesionado con que le adoren y lo que la gente opine de él, y nos le muestra,
ya no como un villano en control de la situación, sino como el pirado inestable
que es. Cada capítulo parece más cercano al momento que salte ese último
fusible de cordura que le queda en la cabeza, y eso crea un estado de tensión
brutal, porque sabes que cuando se le enciendan los ojos, va a arder troya.
El otro tema que se explora en profundidad, pero en forma de crítica
(gracias a dios), es el uso por parte de las corporaciones de los mensajes
feministas y LGTB como herramienta propagandística. Y al presentarlo así, la escena
en la que las chicas meten caña (ya sabréis cual es cuando la veías), no parece
algo forzado como podría ser la que incluyeron al final de Endgame, sino una
escena chula y satisfactoria.
Por desgracia, el otro lado del espectro, dista mucho de ser tan
interesante… cada vez que aparecían Carnicero, Hughie y compañía me daban ganas
de mirar el móvil. Y alguna vez hasta lo he hecho, porque siguen siendo
personajes planos y por los que la serie no consigue despertar ningún interés. El
trasfondo personal de Carnicero, que aparece en esta temporada, me da
igual. Los flashbacks que explican la
culpabilidad de Frenchie, me dan igual. Y así…
Además, el ritmo de la serie es mucho más lento. Sí, eso genera espacio
para ahondar en la relación de Hughie y Annie, con ciertos momentos tiernos y
entrañables, como cuando van escuchando a Billy Joel en el coche, o incluso
para arrancarte una sonrisa con las excentricidades de Leche Materna; pero
también genera un montón de escenas en las que la trama no avanza nada y
sientes que estás perdiendo el tiempo. Y no hay nada peor que cuando una serie
te hace sentir que pierdes el tiempo.
En esta temporada, los personajes pasan mucho tiempo yendo a algún sitio, a
hablar con alguien, o a conseguir algo, para luego volver con las manos vacías,
y al siguiente capítulo tener que ir a otro sitio, a hablar con otro alguien… y
es… muy… aburrido. Sobre todo, cuando lo que ellos van descubriendo, tu ya lo
has visto en las escenas de Patriota o Stormfront.
Dicho lo cual, el final de esta temporada es tremendo. El de la primera
temporada me pareció algo forzado, y una excusa para dar pie a la secuela más
que otra cosa. Uno de esos finales que te hacen pensar que, si lo hubieran
dejado todo cerradito, hubiera sido mucho mejor. Pero el final de esta segunda
temporada es… dios. Este si que te deja con ganas de más. Menudo giro.
Aparte del ritmo y lo sosos que son la mitad de los personajes, el otro
elemento que rompe la tensión para mí, es la falta de consistencia en lo que
los personajes pueden o dejan de poder hacer. En esta temporada, todo el mundo
puede entrar tranquilamente (sin plan o disfraz) en sitios donde antes nos han
dicho que es imposible entrar, o pueden escapar sin mayores complicaciones de
sitios de donde nos han dicho que es imposible escapar, o salir airosos de
cualquier situación. Una y otra y otra vez.
Hay una escena donde todo el grupo está huyendo a pie de Los Siete al
completo; incluso el Profundo regresa para unirse a la caza. Y viendo lo que
hemos visto antes de cualquiera de ellos, es imposible que salgan vivos. Hemos
visto a Negro Oscuro o a El Patriota destrozar células terroristas como si nada,
pero estos cuatro pringaos, malheridos y desarmados, salen airosos sin ningún
problema.
Y lo mismo aplica en dirección contraria. En la primera temporada, había
todo un capítulo dedicado a la logística de como matar a un superhéroe. En
esta, hay supers a los que pueden matar rompiéndoles el cuello, mientras que
otros pueden recuperarse de semejante herida. Hay supers a los que pueden
amenazar a punta de pistola, y otros que son inmunes a las balas. Se establece que un personaje tiene una cierta resistencia, pero dos capítulos más se demuestra lo contrario. Y en ningún
momento se explica quién puede hacer qué, o porqué algo funciona o deja de funcionar, por lo que hay una sensación de falta
de tensión, al no saber que probabilidades de éxito o supervivencia tienen en
cada situación.
Solo en el último capítulo, que ya he dicho que es el mejor, se plantea cómo
podrían acabar con cada uno de los miembros de los siete, y tratan de dar con
un plan, de explotar las debilidades de cada uno. Y esa idea me encanta… pero
solo es una escena, y rápidamente evoluciona en un debate sobre si es
éticamente correcto matarlos o no. Pues vaya…
En resumidas cuentas, la temporada está bien, y toda la parte de los
superhéroes, las tramas corporativas, las rivalidades entre unos y otros, la tensión
que vive Annie rodeada de enemigos, el arco de “redención” de El Profundo, todo
eso, está genial. Pero está intercalado con un montón de escenas lentas y
aburridas, con personajes yendo de acá para allá sin conseguir realmente nada.
Y echo mucho en falta la sensación de peligro inminente que creaban los supers
en la primera temporada, y toda la logística y los planes que tenían que poner
en marcha para poder, ya no vencerles, sino simplemente hacerles frente.
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