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Fires of Vengeance | Evan Winter

De mis lecturas del año pasado, Rage of Dragons fue una de las mejores. Me encantó. Creo que le di cinco estrellas. Esta secuela empezó muy bien, tocando las mismas notas, pero a medida que pasaban las páginas, mi interés fue cayendo paulatinamente, hasta terminar por tocar fondo. 

Fires Vengeance Evan Winter

El libro se lee sin dificultad, está cargado de acción, sigue pivotando en torno a dos temáticas principales: la venganza de Tau y las diferencias sociales entre castas, y continúa despertando ese odio visceral cada vez que un Noble abre la boca... pero no evoluciona más allá de ese punto. A medida que avanzas, no puedes desterrar esa sensación de «más de lo mismo».

No expande el sistema de magia, no expande el conflicto, no expande el mundo, y los personajes siguen anclados en sus motivaciones del final del primer libro. Tau y sus compañeros luchando y luchando y luchando. Los aquelarres controlando dragones, y el sacrificio de la maga más débil. Los Indlovu derrotando a los Ihase. Los Ihase derrotando a los Ihagu. Tau derrotando a un Ingonyama enfurecido... todo eso ya lo hemos visto antes, y ocurre aquí igual que ocurrió la vez anterior. Nada nuevo bajo el sol.


Y en medio de esta anquilosada ambientación, tenemos un protagonista con el que cada vez resulta más difícil simpatizar. La obsesión de Tau con la venganza era un buen motor para el primer libro, pero cuando se extiende mil paginas, y el personaje sigue obsesionado, no aprende, y no hay consecuencias por su empecinamiento, esa obsesión se torna agotadora. 

Llega un punto en que empiezas incluso a preguntarte porqué el resto de la gente le trata tan bien como le trata, cuando es evidente que solo le importa su venganza, que está dispuesto a quemar los puentes que sean necesarios para lograrla, y que es un borde cualquiera que no se alinee con su curso de acción. 

Además, Tau en este libro a llegado a un nivel inverosímil de capacidad. Le hieren, y no pasa nada. No descansa, y no pasa nada. Le aconsejan que se tome un respiro, desoye el consejo, y no pasa nada. Si, de vez en cuando hay una frase de «ay, me duele la pierna», para que no se nos olvide, pero a la hora de luchar o no luchar, da igual. No hay ningún combate o situación en la que algo malo pase a causa de su tozudez, forzándole a decir, «oye, pues igual no estaba yo en condiciones de meterme en una quinta pelea consecutiva, con cuatro dedos rotos, un par de costillas fisuradas y un agujero del tamaño de un puño en la pierna, fíjate».

No, nada de eso. Él sigue adelante, aunque le digan que pare, y nunca hay consecuencias al respecto... y encima todo se le da bien. Planificar, luchar, explorar... salvo el politiqueo y la parte social, en la que inexplicablemente todos le tratan con respeto, él brilla en todo. En el primer libro alabé el modo en que las habilidades de Tau estaban justificadas y respaldadas por su sacrificio y el precio que pagaba, y que no parecía algo forzado por el mero hecho de ser el protagonista. Bueno, pues eso ya no es cierto.

Podrían haber pasado parte de sus increíbles habilidades a otro personaje, como Hadith, el listo, el genio, el maestro estratega, que hace dos planes en todo el libro y ambos salen mal, solo para dar a Tau la ocasión de tomar la iniciativa y salvar el día a golpe de espada. 


Y con esta tesitura llegamos a un final anticlimático donde los haya. Primero, a unas 70 páginas del final hay una revelación muy gorda, que podría poner todo el mundo y la trama patas arriba, que no me hubiera sorprendido si hubiera alterado la afiliación y lealtad de alguno de los personajes, pero no, nadie reacciona, nadie la vuelve a mencionar y no volverá a ser relevante. 

Luego está el cara cara final entre Tau y Odili, la venganza que, no olvidemos, lleva motivando la acción y al protagonista durante mil páginas... Insatisfactorio se queda corto. Ni siquiera lo leemos desde la perspectiva de Tau. Fatal... y eso por no hablar del otro conflicto, con Kana, que ocupa el principio del libro, alcanza su clímax hacia la mitad del libro, con un momento muy dramático y una decisión difícil para Tau, para inmediatamente desaparecer y no volver a ser mencionada nunca jamás... hasta el último capítulo, en el que, cual fénix resurgido de las cenizas, reaparece para dejar la novela en un suspenso. 

El libro esencialmente podría resumirse en:

  • Tau lucha con todo en contra
  • Tau gana
  • Alguien que no es Tau muere y/o es herido de gravedad
  • Tau está triste y/o jura venganza
  • Repetir hasta la saciedad

La única interrupción en toda esta acción es un muy poco sutil volcado de información en el centro de la novela. No voy a entrar en detalles, pero básicamente, los personajes intentan hacer algo, y ocurre un accidente —que era obvio que iba a ocurrir, pero esa es otra cuestión—, y para que no vuelva a ocurrir, la reina le cuenta a Tau parte de la historia de los Omehi, secretos de estado incluidos. Vale, hasta ahí, bien, porque es información que Tau necesita saber. Pero entonces, ya que se han puesto, Tsiora va y le cuenta TODA la historia de su pueblo, con TODOS sus secretos de estado, porque... patata. 

No sé si es que el autor pensó que si cogía sus notas sobre el lore y el mundo, y les ponía unos guiones largos y alguna interjección de «fulano suspiró» y «mengano puso cara de pena», iba a parecer menos volcado de información. 


En suma, el libro empezó bien, pero ha acabado siendo tal decepción, que me ha hecho plantearme si seguir o no con la saga, o deshacerme de ambos libros, por mucho que me gustara el primero. 

Sinceramente, la impresión que me da es que el autor tiene claro lo que quiere hacer en el tercero, y por dónde quiere hacer evolucionar la historia, pero necesitaba rellenar el hueco entre el final de Rage of Dragons y el principio de Lord of Demons. El problema es que, si al final de Rage of Dragons Tau hubiese matado a Odili, todo este libro podría haberse ahorrado. 

Kana está con los Xiddeen y sigue siendo una amenaza. Los Cull siguen siendo una amenaza. La única diferencia entre el final de Rage of Dragons y Fires of Vengance es que la guerra civil Omehi ha terminado. Pero los lealistas ya derrotaron a los rebeldes al final de Rage of Dragons, así que no entiendo porqué estas quinientas páginas eran necesarias solo para resolver ese asunto, sobre todo si iba a resolverlo de forma tan anticlimática. 

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