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El Ladrón de la Lengua Negra | Christopher Buehlman

Este libro tenía todas las papeletas para conquistarme y, de hecho, durante los compases iniciales llegué a pensar que iba a ser una de las lecturas del año, pero a medida que pasaban las páginas, la cosa se fue viniendo abajo. Os cuento cómo y porqué. 

Ladrón Lengua Negra Christopher Buehlman


El libro está narrado en primera persona (un punto de vista que cada día me gusta más) por un protagonista sarcástico y mordaz; un bribón, que lanza palabrotas e insultos como si fueran flechas; un mentiroso consumado, que dedica casi tantas palabras a contarnos lo que está pasando, como a sacar punta a las cosas y hacer comentarios ácidos al respecto. Un embustero que llega, incluso, a admitir mentir en sus narraciones para quedar mejor, o para protegernos de los aspectos más escabrosos de sus aventuras. 

Su cinismo y descaro resulta el punto de vista perfecto para un mundo decadente, cargado de matices y detalles, que logra resultar único y diferente en su cruel miseria. El personaje, y esto no deja de ser buena parte del libro, pues es protagonista y narrador, me ha encantado. Eso que quede claro. Su gama de habilidades y poderes, sus virtudes y defectos, su evolución a lo largo de la novela, todo está balanceado de la forma más satisfactoria. 


Ahora, lo que se me ha quedado algo floja es la trama.

Para empezar, se pone demasiado énfasis en la suerte y la casualidad, y pese a gozar de un excelente y carismático protagonista, siempre son otros personajes los que tiran de él. En ningún punto es Kinch la fuerza que mueve la novela, sino más bien un reticente pasajero arrastrado por ella. Las pocas veces en que toma una decisión por sí mismo, la deja en manos de la suerte, y si en ese momento se siente afortunado, lo hace, y si no, pues no. Incluso al final, con todo ya resuelto, cuando decide, por así decirlo, romper sus ataduras, es otro personaje el que toma las decisiones por él y le dice adónde ir y qué hacer.

Pero es que todo esto viene de una premisa que ya cojea en su génesis. La trama se pone en marcha porque Kinch debe dinero al gremio de ladrones, así que tiene que hacer un trabajito para ellos para que no le maten. ¿Qué trabajito? Acompañar a una chica hasta un sitio. ¿Por qué? No se lo dicen. 

Hasta ahí bien, el problema es que él no tiene aprecio al gremio, y el gremio lo sabe, y sospechan que les va a traicionar, y... ¿y entonces por qué le encargan a él esta delicada y crucial tarea? Y lo que es más importante, no voy a desvelar cuál es el objetivo final de su misión, ni lo que el gremio se trae entre manos, pero no alcanzo a ver qué necesidad tenía el gremio de enviarle en primer lugar, o de andarse con tanto subterfugio, cuando tiene asesinos mágicos a su disposición. 

Igual que no veo qué motivo puede tener la chica para dejar que Kinch le acompañe a la primera de cambio. Luego se revela que había un buen motivo, sí, pero eso ella en ese momento no lo sabe (o nunca se dice o da a entender que lo supiera), así que ¿por qué?

Y el final no es distinto. Uno de los aspectos que más me gusta de la trama es un giro que ocurre casi al final con uno de los personajes, en el que revela y da explicación a cosas que solo se dejaron intuir al principio de la novela. En el momento de leerlo me dejó impresionado, y me pareció muy bien atado, muy elegante... pero cuanto más he pensado en ello estos días, más obtuso me resulta, y no hace sino llevarme a más ¿cómo? y más ¿por qué? 


Y poco más tengo que añadir. El personaje es genial, me ha encantado, y el mundo que el autor ha creado es muy interesante, pero hasta ahí. La trama es bastante sosita, y deja muchas preguntas sin resolver sobre porqué los personajes hacen lo que hacen. Está bien pera echarse unas risas con las ocurrencias y comentarios del personaje, pero poco más. 

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