Si alguien me pidiese que clasificara o etiquetara este libro, sinceramente, creo que no sabría hacerlo. Tendría problemas incluso para decir de qué va. Y aún así, aquí estoy, tratando de escribir una reseña más difícil de lo que esperaba.
Un Verdor Terrible es una colección de cinco relatos cortos que cuentan las inusitadas e inverosímiles circunstancias en que algunos de los científicos más prominentes del siglo XX realizaron sus descubrimientos, desde el exilio autoimpuesto de Heisenberg en la isla de Helgoland y el delirio febril en que descubrió sus matrices cuánticas, hasta la noche de intuición en un sanatorio de Arosa, en que Schrödinger descubrió su famosa función de onda, y los subsiguientes meses de desvelo, incapaz de dar sentido a sus propios números, al tiempo que lo consumía su obsesión con una jovencita.
Sin ser realmente novelado, pues apenas hay diálogos, más allá de algunas citas, y las historias recuerdan más a breves biografías (aunque en alguna ocasión el autor se permite algún giro narrativo para embellecer los hechos), Un Verdor Terrible nos abre una ventana la vida de auténticos genios, llegados hasta nuestros días a hombros de sus descubrimientos, cuyas vidas fueron más excéntricas y extravagantes de lo que las idealizamos. Algunos vivieron fracasados, sus contribuciones logrando el debido reconocimiento solo a título póstumo. Muchos vivieron alguna de las grandes guerras y quedaron profundamente marcados por ellas. Otros acabaron desquiciados, sus mentes rotas en persecución de la abstracción de las matemáticas puras.
El libro, que resulta al mismo tiempo cautivador y perturbador me ha resultado francamente interesante, y me ha hecho pensar de otra forma en nombres que yo asociaba a ecuaciones, ignorando a los hombres que las descubrieron. Y eso, antes de entrar en la meta narrativa que entraña. Eso podría considerarse spoiler, así que sois libres de saltaros este párrafo final.
Al final del libro, el autor confiesa que no todo lo que cuenta es real, sino ficción basada en hechos reales. No solo eso, sino que confiesa que, del primer relato, todo es verídico, salvo un párrafo que se ha inventado, y que el nivel de ficción aumenta a medida que avanza el libro; sin revelar, eso sí, en qué grado, dejando al lector con la inquietante duda de cuánto de lo que ha leído es verdad. Para cierto público, ese hecho restará valor al libro. Para mí, lo hace aún más fascinante, pues todo lo que he leído es, como mínimo, pintoresco, pero no por ello deja de ser perfectamente plausible.
Un Verdor Terrible es, sin duda, un libro... diferente; eso es innegable. Desde luego no es uno que recomendaría a cualquiera, y creo está dirigido a un muy acotado nicho de lectores. Posiblemente, con mi primer párrafo, en el que he tratado de explicar la temática que une estos cinco relatos, ya tenéis una firme idea de si este libro es o no es para vosotros. A mí, personalmente, me ha gustado mucho, y si el tema os resulta mínimamente de interés, creo que 210 páginas (a letra grande y margen generoso) es una modesta inversión de tiempo como para no darle una oportunidad.
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