Leí este libro por una promoción de Audible, sin saber nada sobre la trama o el autor. Lo que se dice un tiro al aire. Y la verdad que no sé muy bien qué contar sobre él. Esté bien, me ha gustado, no ha habido nada que me haya chirriado, pero tampoco tiene nada particularmente reseñable.
La portada es absolutamente preciosa, eso hay que reconocerlo, pero aquí no juzgamos a un libro por su portada, así que a otra cosa mariposa.
Toda la trama gira en torno al sistema de "magia", y lo pongo entre comillas porque igual debería decir ciencia, así que empecemos por ahí. Lo cierto es que está bastante chulo. Consiste en poder escribir una serie de instrucciones en los objetos, como si de programación se tratase, que dicta su comportamiento, hasta el punto que poder cambiar sus propiedades físicas o incluso la dirección en la que los mueve la gravedad.
Me han parecido especialmente interesantes las partes en que tratan de encontrar los vacíos legales en esta programación, para conseguir que un objeto rompa sus instrucciones y haga lo que los personajes necesitan, sin que realmente llegue a incumplir ninguna de ellas. Es una aproximación muy ingenieril a la magia, y me gusta.
Y en línea con este forma tan científica de tratar la magia, me gusta mucho lo que hace el libro con la gravedad, y cómo al final es el comprender mejor las leyes de la física, y no el hacer magia más sofisticada, lo que marca la diferencia entre un dispositivo peligroso y una revolución tecnológica.
Es una pena que, como el lector sí conoce las leyes de la física, este puede ver de antemano cuál es la solución al problema que tienen los personajes.
La historia, como decía al principio, no está mal, es entretenida; ni particularmente rápida, ni exasperantemente lenta, intercalando siempre escenas de acción con los momentos más lentos, pero tampoco tiene ninguna escena memorable o revelación de saltar del sofá. Para ser una novela de ladrones, la verdad es que me ha sorprendido la escasez de traiciones, engaños y sorpresas.
Tampoco tengo muy claro que el libro quiera ser simplemente una novela de ladrones. Empieza como tal, con un robo que se complica y pone patas arriba la vida de la protagonista. Pero luego evoluciona en una trama de improbables alianzas, intrigas políticas, conspiraciones. Y cuando parece que la novela retoma las riendas de su historia de ladrones, con la formación del equipo, la planificación y todos los elementos a lo Ocean's Eleven; cuando crees que todo va a terminar como empezó, con un robo, te das cuenta de que aún quedan demasiadas páginas como para que esto termine aquí, y la cosa se vuelve a retorcer, involucrando seres sobrenaturales y tecnología de civilizaciones perdidas.
Este constante cambio de tercio mantiene la novela en movimiento, y hace que la trama pueda ir por donde menos te lo esperas, pero personalmente, prefiero las resoluciones más basadas en los personajes, en sus defectos y virtudes, que en la intervención cuasidivina de una tercera parte, con distorsión temporal incluida para que pueda hablar con el protagonista y explicárselo todo.
Finalmente, hablemos de los personajes. El elenco no es muy extenso: Sancia, la protagonista, un puñado de aliados, y otros tantos antagonistas, pero eso está bien, eso permite al autor desarrollar la personalidad y trasfondo de ese reducido número de personajes, ¿no? Bueno... ahora vamos a eso.
Sancia me encanta. Es un personaje complejo, con secretos que guardar, dividido entre hacer lo correcto y perseguir sus propios intereses. Tiene poderes que la hacen especial, pero estos vienen con un precio que condicionan su vida, e incluso su forma de interactuar con el mundo y las personas. Y ese tipo de limitaciones en los poderes de un personaje me encantan, porque dan una dimensión adicional a sus poderes y su trasfondo.
Clef también me encanta. Es el personaje más divertido y carismático de la novela, y es quien está en el centro de todos esos circunloquios mágicos que tanto me gustan, engañando a las cosas para que hagan lo que él quiere sin que lleguen realmente a romper su programación.
El resto, por desgracia, palidecen en comparación. Son muy simples, muy previsibles. No puedo decir que estén mal escritos, pero tampoco aportan nada interesante. Los que son buenos, son muy buenos. Los políticos andan siempre tramando e intrigando. Y los malos, sorpresa, sorpresa, son muy malos. En la primera mitad del libro, cuando Sancia empieza a interactuar con Gregor, Orso y Berenice, no podía evitar dejar de pensar que eran demasiado abiertos y propensos a confiar y cooperar. He echado en falta el amago de traición por parte de alguno de ellos. O al menos, si no de obra, de pensamiento; que se vieran tentados. Pero bueno, tampoco tienen que ser todos los personajes unos granujas porque a mí me gusten las traiciones y los giros inesperados, hay gente genuinamente buena en el mundo.
Lo que sí que me choca es cuando personajes que son importantes en la trama, como Estelle y Tomas, se introducen bien pasada la mitad del libro. No digo que se les de importancia desde la primera página, pero que aparezcan por ahí, en segundo plano, mencionados de pasada, para que cuando se desvele su importancia, esta no vaya asociada una cara completamente nueva.
Y poco más. Como decía, el libro está bien, es entretenido, pero tampoco es una historia memorable. El sistema de magia puede estar muy chulo para quien le gusten esos juegos de lógica y tergiversación, pero más allá de eso... pues sin más. No es un libro que recomendaría, pero tampoco es uno que haya odiado, y de cuya lectura trataría de disuadir a cualquiera que se planteara leerlo.
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