Erebos es claramente un libro para adolescentes. El protagonista va al instituto, casi todos los personajes son chavales de entre 14 y 18 años, la trama es sencilla, el estilo es simple; y sin embargo me ha tenido enganchado de principio a fin.
La premisa del libro es la siguiente: en un instituto empiezan a circular copias piratas de un adictivo videojuego que tiene a todos enganchados, hasta el punto de que empiezan a faltar a clase, a no dormir... Además, el juego tiene una serie de reglas, entre ellas, que no está permitido hablar del juego con nadie, ni siquiera con otros jugadores, a riesgo de ser expulsado del juego de forma permanente, lo cual contribuye a generar un aire de misterio, tensión y paranoia, tanto para el lector como para los personajes.
Pero la cosa no queda ahí, porque para progresar en el juego, uno debe hacer recados en el mundo real. Tareas que, vistas de forma independiente, parecen inofensivas: llevar un paquete del punto A al punto B, hacer unas fotos al coche aparcado en esta calle, cosas de ese estilo. Por supuesto, todos estos recados contribuyen a un objetivo muy concreto, y sabiendo esto no es muy difícil imaginar por donde va el enredo de la novela.
La idea no es nueva, pero funciona muy bien. Ya digo que me tuvo enganchado de principio a fin, aunque fuera evidente por donde iban a ir los tiros, o cómo hacia el juego para recopilar la información que tenía de los jugadores, hasta el punto que estos empiezan a pensar que los observa.
Me recuerda un poco al episodio Shut Up and Dance, de Black Mirror, en el sentido de que los personajes se ven arrastrados de recado aparentemente inofensivo a otro algo más comprometedor, hasta el punto de que ya no pueden escapar de la trampa en la que se han metido.
Y también a un capítulo que vi en su día en alguna serie de estas de policías, tipo CSI, NCIS o alguna de esas, no recuerdo cual, en la que el asesino usaba un juego de rol para reclutar colaboradores, entregándoles valiosas piezas de equipo en el videojuego, a cambio de encargos en el mundo real.
Una de las cosas que mejor refleja el libro es el trastorno que este juego supone en los chavales, sobre todo en Nick, al que vemos pasar de una persona con la que podrías simpatizar, a alguien agresivo y detestable en el punto álgido de su adicción, para luego acompañarlo durante su síndrome de abstinencia cuando deja de jugar, y finalmente el rechazo y el odio hacia lo que una vez fue el objeto de todos sus anhelos.
Es una evolución muy marcada, muy bien definida, y que aplica no solo a los videojuegos, sino a cualquier vicio.
La única pega que le pongo al libro, y entiendo que es ponerse puntilloso, es que gran parte de la trama gira en torno a la adicción que genera Erebos, que tiene a todo el mundo enganchado, y digo todo el mundo: chicos, chicas, pequeños, mayores, todo el mundo. Pero el videojuego, tal y como lo describen, a mí no me parece tan atractivo. Hubo un punto en el que incluso me plantee si la autora había jugado muchos RPGs como el que describe, o solo habría recopilado un puñado de tópicos aquí y allá.
Igual es la diferencia de edad y con 15 años un juego así me habría enganchado, pero la impresión que da es de aventura gráfica genérica, un montón de elementos de fantasía metidos en una coctelera, sin apenas historia, lore o trasfondo, y sin cohesión alguna entre las distintas localizaciones, personajes, aventuras o misiones.
La distribución de botones en el teclado es un infierno, el juego no explica los controles, ni lo que hace cada habilidad... y las decisiones de los jugadores no parecen tener mucha relevancia. Hay un capítulo entero en el que Nick decide qué personaje quiere jugar, qué raza, qué clase, qué habilidades, pero luego ninguna de esas decisiones tiene peso en la trama, o en el videojuego. A la clase no se le vuelve a hacer referencia, y no parece que una raza tenga ventaja o desventaja alguna ante las otras, y es una mera forma de categorizar a los jugadores.
En Ready Player One, por ejemplo, la forma en que se describe el videojuego y sus mecánicas me hicieron desear que Oasis existiera de verdad para poder jugarlo. En este caso, Erebos me parece el típico juego que instalaría, jugaría una o dos tardes, y luego dejaría abandonado.
En cualquier caso, y aunque el videojuego no parezca que tenga derecho a ser tan adictivo, el libro está bastante bien, y sí es una lectura entretenida, tensa, y de las que enganchan.
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