Valorar antologías es algo que siempre me ha parecido harto complicado. Incluso cuando todas las historias vienen de la pluma de un mismo autor, la varianza en temática, estilo, calidad y longitud, o simplemente el cómo estas encajan con mis gustos y apetencias, me hace imposible formular una opinión coherente del libro en su conjunto. Es como las cajas de galletas surtidas. Están las que todo el mundo quiere y vuelan nada más abrirlas, y luego están las de coco y jengibre —o lo que sea que no os guste en casa—, que nadie quiere, algún pobre ingenuo se atreve a probar, sale escaldado y acaban revenidas en la misma bandeja que venían hasta que alguien se decide a tirarlas. Con los libros lo que suele ocurrir es que marco el índice, por si algún día le presto o recomiendo el libro a alguien, poder remitirle a mis notas e indicarle qué historias merecen la pena y cuáles puede saltarse sin miramientos. Ese, me alegra decir, no ha sido el caso con Exhalación . Por sup...