Por más vueltas que le dé, no alcanzo a comprender cómo este libro ha podido pasar tantos años ajeno a mi lectura. Sabía de su existencia, Raistlin es uno de mis personajes favoritos de todos los tiempos (posiblemente el culpable de que siempre quiera jugar magos en D&D), y me encantaron Las Crónicas de la Dragonlance, que leí cuando era un chaval; pero lo cierto es que, año tras año seguía sin animarme a leerlo, y creo que era porque no sabía bien de qué iba el libro, de lo cual culpo completamente a un título muy pero que muy mal traducido.
La Forja de un Túnica Negra no trata sobre cómo Raistlin decide convertirse en túnica negra, ni en su descenso hacia la oscuridad, ni es una reiteración de los sucesos de las Crónicas y las Leyendas, como yo temía. Todo lo contrario; esta es la historia de cómo Raistlin se convierte en mago, y quería empezar aclarando este punto, porque el título resulta equivocado, y engañoso, y me ha mantenido apartado de este fantástico libro durante mucho tiempo.
El verdadero título, el que Margaret le puso en inglés —La Forja del Alma—, es sin duda mucho más acertado, pues según los hechiceros de este mundo, la magia es una espada que debe ser forjada en el alma, a través del dolor y el fuego abrasador, hasta que sea resistente y afilada como el mejor acero; y Raist pasa por todo tipo de pesares, pruebas y tribulaciones a lo largo de este libro.
Puede que en este punto alguien se esté preguntando, ¿Quién es Raistlin? ¿Por qué escribes como si debiéramos saber quién es? En ese caso, debo pediros que hagáis una pausa, aparquéis esta lectura para más tarde, y busquéis Las Crónicas de la Dragonlance. Es la saga con la que empezó el universo en que se ambienta esta novela, tres libros fantásticos, que os recomiendo encarecidamente. No es necesario haberla leído para entender este libro, ni mucho menos, pues los acontecimientos de La Forja transcurren antes que los de Las Crónicas, pero no me cabe duda de que la intención de los autores es que se leyeran en orden inverso, y no puedo decir más sin hacer spoilers.
Ahora, para quienes se hayan leído Las Crónicas, creo que este libro os va a encantar. Especialmente la primera mitad, pues va mucho más allá de contar la historia de los orígenes de Raistlin. El primero y más breve de los cuatro tomos que componen la novela, "Raistlin, Aprendiz de Mago", nos cuenta la infancia de Raist, Kit y Caramon, pero también de otros chiquillos del pueblo, como Sturm y Tika, y de otros no tan jovenes, como Tanis, Flint o Tass.
Sin embargo, quizá sea el segundo tomo, "Raistlin, Crisol de Magia" el que más me ha gustado, pues sigue la primera aventura de los que más tarde serán conocidos como los compañeros de la lanza. Podemos ver de primera mano cómo se forja la amistad entre ellos, la relación que había entre unos y otros, las tiranteces... detalles que dan mucho contexto a lo que más tarde ocurrirá en Las Crónicas, y que culminan con una emotiva escena en la posada, en la que prometen reunirse al cabo de cinco años, precisamente el comienzo de Las Crónicas y de este universo.
Siempre he dicho que es difícil hacer que una precuela funcione, porque el lector ya sabe dónde va a acabar el personaje, de forma que es el cómo quien tiene que llevar todo el peso de la historia, y eso es algo que el libro hace genial. Tú ya sabes quién va a volver a esa taberna y en qué condiciones, pero saber el motivo de su separación, las relaciones que había entre ellos antes de su marcha, hace que veas todo con distintos ojos.
Y lo mismo ocurre con Raislin y Caramon, que parten de esta última cena, para dirigirse a la prueba del mago en la torre de alta hechicería. El lector ya sabe que Raist va a volver con piel dorada, ojos de reloj de arena y un bastón mágico, pero el cómo, del que él siempre se niega a hablar en Las Crónicas, es muy importante, casi tanto como el porqué. Lo que ocurre en la prueba, es quizá lo más importante que esta novela tiene que aportar al universo de la Dragonlance; sobre todo a Las Leyendas.
Los últimos dos tomos, "Raistlin, Mago Guerrero" y "Raistlin, el Túnica Roja", narran las aventuras de Raist y Caramon en esos cinco años que están separados de sus amigos, ganándose la vida como mercenarios, en una trama que se entreteje con la historia de Kit, Arriakas, los dragones y un montón de cosas más.
No están mal, pero no calan tan hondos como la otra mitad de la novela. Es una buena aventura de magia y fantasía, con un par de giros argumentales, y un protagonista que me encanta, pero seamos francos, no estamos aquí por esta parte de la historia, sino por todo lo que ocurre en la primera mitad.
El final, sin embargo, me ha dejado con unas ganas locas de leerme Las Leyendas de la Dragonlance, que dejé a medias hace muchos años, y que cuentan la segunda mitad de la historia de Raistlin, y su verdadera conversión a túnica negra.
En conclusión, y sin ánimo de extenderme más, si habéis leído Las Crónicas de la Dragonlance, por favor, leed este libro. Al menos la primera mitad. Os va a recordar un libro que os encanta y va a hacer que veáis sus acontecimientos con otros ojos. Y si un libro que ha sido capaz de transportarme de vuelta a mi infancia con el batir de una página no constituye una lectura digna de recomendación, yo ya no sé qué lo hace.
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