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El Manuscrito | John Grisham

Este es uno de esos thrillers de verano en la playa, que te engancha y te lees en tres tardes, pero del que una semana más tarde, cuando vuelves a casa, ya ni te acuerdas. No está mal, es entretenido, se lee sin querer, pero tampoco tiene nada impactante o memorable. 

Manuscrito John Grisham

Lo primero de lo que me gustaría hablar es del estilo. La narrativa de este libro ha sido destilada hasta los elementos mínimos para contar una historia. El libro no pierde ni un segundo con cosas tan banales como el diálogo interno, o lo que los personajes sienten o están pensando. Descripciones de dos líneas, frases cortas, directas, vocabulario sencillo, y acción, acción, acción. Lo único que importa es lo que los personajes hacen, ignorando el cómo o el porqué. 

Lo mismo aplica a los diálogos. Importa lo que el personaje dice, no cómo lo dice. Apenas se describen acciones que interrumpan el diálogo y rara es la vez que aparece un «dijo, mientras hacia tal o cual gesto» o un «respondió de esta forma o con está inflexión de voz». Es como si quisieran recorrer las escenas lo más rápido posible. 

Esto, por supuesto, permite que la novela avance a una velocidad de vértigo. Por que os hagáis una idea, en las primeras treinta páginas da tiempo a una comida de negocios, la introducción de doce personajes, una cena donde los doce participan en la conversación, convertir una tormenta en huracán, evacuar una isla, atendiendo a lo que hacen esos doce personajes, y que el huracán llegue, golpee y pase de largo. ¡En treinta páginas! 

Entiendo que todo esto es intencionado y pretende resultar atractivo para un mercado más amplio, con lectores poco habituados, que necesitan de una trama en la que puedan avanzar rápido con mínimo tiempo y esfuerzo. Lo entiendo, pero para mí se queda cojo. Me faltan muchas explicaciones, una tensión más desarrollada, algo de incertidumbre... apenas hay tiempo para plantearse nada, porque diez páginas después de las preguntas ya tienes las respuestas, y entiendo que habrá lectores a los que esta gratificación instantánea resulte atractiva, pero creo que un buen misterio tiene que hacerte luchar y sufrir para ganarte las respuestas. 

Aunque quizá donde más he echado en falta profundidad es en los personajes. Son todos bastante unidimensionales, y al no haber nada que describa cómo se expresan, me es difícil saber si están siendo jocosos, series, sarcásticos, irónicos... le quita mucha naturalidad al diálogo y lo convierte en un mero intercambio de información para avanzar la trama. 


Dicho todo lo anterior, hablemos de la trama. En un thriller lo importante es la trama, ¿no? La tensión, el misterio...  Pues está bien, pero sin grandes sobresaltos. Un tipo muere en extrañas circunstancias, la policía local investiga, pero no llegan a nada, los protagonistas tiran del hilo por su cuenta, la cosa resulta ser más grande de lo que parecía... lo típico. 

Todo avanza de forma muy lineal, aportando siempre nueva información, sin tropiezos, sorpresas o giros narrativos. No hay nada que te haga mirar atrás y ver lo que dijo o hizo alguien con otros ojos; no hay un «oh, había sido el mayordomo todo este tiempo». Todo va muy en línea con la filosofía de hacer una lectura fácil y ligera, en la que no hay que pensar porque las respuestas se entregan con lazos y papel de regalo, pero que a la postre resulta un poco insulsa. Ni siquiera hay alguna escena trepidante, como una persecución, o un tiroteo, o un mínimo intercambio de amenazas telefónicas, algo, para poner a los personajes en peligro y al lector en tensión. Casi más interesante, por desconocido, es lo que cuenta sobre los estragos de un huracán o las residencias de ancianos, que la propia trama del asesinato. 

Pero para insulso, el final. Tengo la impresión de que llegado un punto los protagonistas son meros testigos, que no hacen ningún avance importante en la investigación, y solo consiguen resolverla por, literalmente, un tropiezo y un golpe de suerte. 

Varias veces a lo largo del libro se hace referencia a una trama que ocurrió tres años antes, y de la que el protagonista escapó por los pelos gracias a un plan brillante, y pensaba que iba a estar relacionada con el caso, que le iba a dar un golpe de efecto al final, o que al menos nos iban a dar los detalles; al menos saber qué hacía a Bruce tan brillante, pero no. 


Poco más puedo contar. El libro engancha, se lee con facilidad, está bien para pasar un rato y me ha tenido entretenido un par de días, pero de aquí a una semana o un mes seguramente no recuerde ni quién era el muerto o porqué le mataron los malos. 

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