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La Guerra Interminable | Joe Haldeman

¿Qué decir de este libro? Tiene momentos que me han parecido absolutamente brillantes e innovadores, 45 años después de su publicación, pero están perdidos en en cientos de páginas de una historia de soldaditos espaciales bastante genérica y que me ha aportado entre poco y nada. Pero no deis la espalda al libro, aún no. Elaboro:

Guerra Interminable Haldeman

El primer capítulo del libro es el absoluto paradigma de cómo introducir la premisa de una novela. En apenas un puñado de páginas, en una sola frase del protagonista, se establece perfectamente la tónica de la novela. Parafraseando de memoria: "Habían volado otra nave. Eso fue hace cuatro años. Vamos a tomar represalias, pero no llegarán hasta dentro de 4 años, y no sabremos del resultado del enfrentamiento hasta dentro de ocho". 

Ahí radica la novedad de la novela: nos encontramos ante una guerra que se expande a tal escala de tiempo y espacio, que no podemos concebirla como haríamos con cualquier otro conflicto. Y novelas de guerras intergalácticas hay muchas, pero pocas abarcan de este modo la dilatación temporal que suponen las bastas distancias del vacío espacial. 

Luego, la primera batalla expande en este concepto, cuando el oficial al mando explica que, debido al relativismo de los saltos hiperespaciales, podrían estarse enfrentando al enemigo del pasado, o del futuro, y por tanto verse ampliamente superados o superiores a nivel tecnológico. De nuevo, un concepto brillante que cambia por completo la dimensión del conflicto y el modo de librarlo. 


Por desgracia, estos dos momentos brillantes están inmersos en más de cien páginas de novela militar genérica: el sargento estricto, los trajes que usan para luchar, los reclutas machacados, el uso de soldados como carnaza de cañón... muertes, muertes y más muertes por las extremas condiciones o la mala suerte. Nada nuevo o particularmente interesante. 

Y alguno dirá: pero es que la estás juzgando en 2021, esto era muy innovador cuando se publicó en 1975. Ya, sí, e incluso os daría la razón... si no fuera porque Starship Troopers se publicó quince años antes y muestra mucho mejor ese militarismo despiadado que inspiró Warhammer 4000. 

Además, todo esto está entretejido con otra subtrama de sexualidad y promiscuidad, que se extiende a lo largo de toda la novela, y que aparte de incomodar un poco al lector, no aporta nada a la trama. 


En cualquier caso, volvamos a los aspectos positivos, porque la segunda parte del libro comienza añadiendo otro elemento brillante a la trama general. Los reclutas vuelven de su primera misión para encontrar una Tierra que ya no reconocen. Mientras que para ellos han pasado unos meses, para la tierra han transcurrido décadas. Nada es como era. Incluso las propias leyes que regulaban su tiempo de servicio se han visto alteradas, y la rápida jubilación con una cuenta repleta a interés compuesto se ha convertido en un servicio interminable. 

El paso subjetivo del tiempo, que hace que los personajes se salten años, envejezcan antes que sus padres o vuelvan a hogares que no reconocen se ha usado mucho en ficción, cierto, pero creo que este libro lo presenta muy bien. Además, el autor lo utiliza como excusa para dejar caer semillas de varios futuros cercanos y distantes, con sociedades radicalmente distintas a las que conocemos, que piensan de otra forma, que interactúan entre sí de otra forma... 

Imaginemos la vida, el choque cultural, de un soldado que parte para un año de misión, y a su regreso encuentra una sociedad que ha avanzado diez, cien o mil años, tanto a nivel social o tecnológico. No hay más que pensar en lo que supondría para un explorador Vikingo del siglo XI, que parte en su barquito para, un año más tarde, para regresar a costas danesas a día de hoy. 


Por desgracia, una vez más, estos momentos de gran creatividad y abstracción están inmersos en detalles sobre batallas, cadenas de mando, armas, muertes y tiroteos, que nada tienen de especial, que, francamente, resultan algo aburridos de leer, y que carecen de cualquier carga emocional, pues los vivos y los muertos son tan desconocidos o intercambiables como si ni siquiera hubieran tenido nombres. 

Los personajes van y vienen por la vida del protagonista sin que tengamos tiempo de conocerlos. Cambias de nave y cambias de compañeros, pero también de marco temporal, por lo que dejas atrás no solo el mundo, sino la gente que conocías. Aunque ambos regresen, lo harán en puntos distintos de la línea temporal. Es por eso que, aparte del protagonista, nunca llegamos a conocer a nadie. Y de él tampoco sabemos mucho hasta el final, e incluso entonces es poco. Estudió física, sus padres eran hippies, su nombre se debe a un error tipográfico, y es un pacifista. Eso es todo lo que sé sobre él todas estas páginas después. 


En suma, el libro me ha gustado, es interesante, tiene momentos muy buenos y entiendo porqué ganó los premios que ganó (Nébula en 1975 y Hugo en 1976), pero tampoco es un libro de los que recomendaría a la gente una y otra vez, hasta que se lo lean o me manden a tomar por saco, lo que antes pase. 

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