Aunque las novelas post-apocalípticas caen un tanto fuera de mi área de lectura habitual, esta me ha gustado mucho. Me ha tenido enganchado, que es lo más importante. Dicho lo cual, tengo la sensación de haber leído dos libros distintos, encuadernados entre las mismas pastas, uno de ellos excelente, el otro simplemente correcto. La historia, narrada a través del diario de la protagonista, nos muestra un mundo post-apocalíptico en el que la sociedad está al borde del colapso, pero aún no se ha derrumbado por completo. Aún hay gobierno, policías, tiendas, cadenas de noticias... el dinero sigue teniendo valor, pero no hay gasolina, el agua tiene un precio desorbitado, y las calles son un lugar peligroso de saqueadores, ladrones, pirómanos, esclavistas y en general gente desesperada capaz de matar por los cordones de tus zapatos y oportunistas sin escrúpulos haciendo beneficio del mal ajeno. Es una situación muy interesante, que se explora muy bien en la primera mitad del libro. Esa prim