El libro es una antología de relatos inquietantes, algo reminiscentes del terror gótico de autores como Poe —que me encantan—, pero con una ambientación contemporánea. Por desgracia, el cambio de ambientación no aporta nada a unos relatos que tampoco me han parecido particularmente interesantes, y la falta de esa ambientación tétrica de principios del XIX le resta algo de atmósfera y mucho de plausibilidad a la componente sobrenatural de los relatos. Desde luego para mí no han funcionado. Y no solo la trama, que sin más, sino el estilo, que es otro problema para echar de comer aparte. Evocador, a veces, sí. Consigue despertar una reacción, vale. Pero es demasiado vulgar, abusa del morbo fácil, casi siempre de forma innecesaria. ¿De verdad era absolutamente imprescindible que en menos de doscientas páginas hubiera dos escenas en las que alguien se baja los pantalones y defeca en mitad de la calle? ¿De verdad era necesario describir su diarrea para que comprendiéramos bien la ...