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Amanecer Rojo | Pierce Brown

Qué libro más extraño.

Extraño, en primer lugar, porque se ambienta en un universo de ciencia ficción, con un avanzadísimo nivel tecnológico, pero los personajes se pasan la gran mayoría del tiempo arrastrándose por el barro, cazando animales para vestirse con sus pieles, y luchando con armas de piedra o madera. Si venías a este libro esperando naves espaciales... sorpresa. 

Amanecer Rojo Pierce Brown

Y extraño, en segundo lugar, porque he terminado enganchado y con ganas de leer más, pero al empezarlo, y durante la primera mitad del libro, solo veía un collage de distopias juveniles: la sociedad jerarquizada, en la que nadie puede cambiar de estrato y cada estrato solo puede desempeñar una profesión; el protagonista de la casta más baja, desafiando a la más alta; una competición brutal para forjar los líderes del mañana, una competición en la que unos jóvenes luchan entre sí, bajo la supervisión de cámaras de vigilancia, a ojos de todos, valiéndose de las armas y favores que unos supervisores y patrocinadores externos les puedan proporcionar. Nos suena, ¿verdad? Y sí, este libro salió después de El Juego de Ender y Los Juegos del Hambre

Sin embargo, en algún punto hacia la mitad del libro, todo este collage hizo clic, encajó, y desde entonces no he podido parar de leer. 


El libro es bastante insulso hasta que empieza la competición en cuestión, que abarca prácticamente el 70% de la novela. Los compases iniciales se dedican a presentar la crueldad de esta sociedad jerarquizada, a revelar la gran mentira de la sociedad, a motivar al protagonista, a llevarlo donde tiene que estar... sin más. 

E incluso cuando empieza la competición, recuerda un poco a El Señor de las Moscas: adolescentes discutiendo por cómo hacer las cosas, por quién va a ser el líder, la ley del más fuerte, todo eso... nada nuevo bajo el sol. 


Cuando el libro cobra fuerza, es cuando al fin comprendes (y digo comprendes, porque el libro te lo dice antes, pero tú no te lo crees hasta más tarde, y asumes que todo el juego es crueldad como un fin en sí mismo), que la competición no pretende averiguar quién es el más fuerte, o el más listo, o el más astuto; o no solo eso al menos, sino que pretende enseñar a los líderes del futuro a ser líderes, haciéndoles vivir en un año toda la convulsa historia de la humanidad, desde el conflicto tribal, pasando por las grandes guerras, hasta alcanzar la sociedad perfectamente jerarquizada y ordenada. 

Es en este punto cuando el libro te atrapa con tres cadenas: en primer lugar, la más inmediata, que es el ascenso de Darrow y cómo logra irse imponiendo a sus rivales en el juego, forjándose en un líder, y todo el juego de alianzas, intrigas y traiciones que lo acompaña. En segundo lugar, los paralelismos entre El Juego y La Vida, entre las dificultades a las que los personajes se enfrentan, y las épocas de la historia que estos pretenden emular, incluidos los caprichos de los dioses, y conflicto entre "te han ayudado" y "me he ayudado a mí mismo". Y en tercer lugar, las lealtades divididas del protagonista, y la paulatina comprensión de que, aunque luche para derribar La Sociedad (totalmente jerarquizada) y volver a La Noble Mentira (todos tenemos los mismos derechos y deberes), la jerarquía es en realidad necesaria. 


Sin ánimo de extenderme más, la segunda parte del libro me ha gustado mucho, tanto como para perdonar la primera parte más floja y creer que es un mal necesario para ponernos en situación. Creo que lo mejor de la saga está aún por delante, cuando Darrow salga al mundo real, y se enfrente tanto a las intrigas políticas de la sociedad que pretende destruir, como a los inevitables conflictos de lealtades que han de surgir; y por supuesto, quiero ver su genialidad táctica y estratégica en batallas espaciales.

Solo hay una cosa que no me ha gustado, y que me pincha como una espinita cada vez que pienso en el libro. El autor da a Darrow un trasfondo trágico como miembro de la casta más baja, necesario para motivarle, pero para que pueda afrontar el resto de la trama, lo transforma para que pertenezca a la clase más alta. Y estamos hablando de una transformación de las que inspiran la pregunta: ¿si cambio todos tus átomos uno por uno, por otros átomos, sigues siendo tú?

Pero la cuestión que yo me planteo es, si esta tecnología existe, y es de dominio público, ¿por qué nadie más lo hace? Entiendo que los de los colores más bajos no tengan acceso a ello. Vale, te lo compro, no pueden usarlo para cambiar de estrato. ¿Pero los dorados de la casta más alta? ¿Cómo puede haber alguno feo si pueden reconstruirse a sí mismos? ¿Cómo puede haber cicatrices? ¿Deformidades? ¿Gente más fuerte, más rápida? ¿Cualquier cosa que no siga un patrón de perfección? Igual le estoy dando demasiadas vueltas, pero a mí es que estas cosas me chirrían mucho. 

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