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Tigana | Guy Gavriel Kay

Este año he leído libros buenos, y otros no tan buenos, pero nada verdaderamente fascinante. Hasta ahora. 

Tigana Guy Gavriel Kay

Tigana es algo especial. No quiero entrar mucho en la trama, porque incluso lo que ocurre en los primeros capítulos tiene giros y sorpresas que no quiero estropear a nadie, y es por tanto susceptible de considerarse spoiler

El libro trata, en esencia, de una tierra conquistada y dividida por dos hechiceros, de vivir bajo la tiranía, de los pequeños actos de rebelión, como dejar una vela encendida en cierta noche del año, porque no te queda más que lo íntimo y lo personal, y de las pequeñas cosas que se van sumando para formar una insurrección. Lo sé, lo sé, todo muy vago, pero es que no quiero desvelar más de lo necesario. 

Tigana es una novela de fantasía, con magia, y hechiceros, y guerras, pero que, sorprendentemente, hace poco énfasis en la acción. El foco recae en su lugar en la intriga y, sobre todo, en los sentimientos y emociones de los personajes, habitualmente de pena, lástima o añoranza.

Es una novela que también hace mucho hincapié en la memoria y los recuerdos, no solo de las personas individuales, sino de una sociedad como colectivo. Ese who lives, who dies, who tells your story? que cantan al final del musical de Hamilton. Es un mensaje muy potente, y uno que está presente en cada página del libro. 

Por último, la historia esta cargada de grises. De hombres buenos cometiendo actos horribles en aras de un bien mayor, y de tiranos manifestando inusitadas cantidades de cariño y amabilidad. Todo ello envuelto en un debate constante sobre la legitimidad e la insurrección, o de la venganza. Hay un momento en que dos personajes hablan de cómo las carreteras son más seguras desde que los tiranos les conquistaron, que ya no hay bandidos, y que eso es algo bueno, mientras que una insurrección, y el caos, traería de vuelta a los bandidos; ¿con qué derecho, pueden entonces, decir que la rebelión es buena, y el tirano malo? El libro está cargado de preguntas y dilemas como ese, de personajes cuyos puntos de vista podemos aceptar por separado, pero que inevitablemente chocan con los del resto del elenco. 


Pero es que además, el libro está muy muy bien escrito. Me ha encantado la prosa del autor, y el uso que hace de la música para expresar las emociones de los personajes, mantener diálogos sin palabras y mover la trama. 

Los capítulos son largos, muy largos —una hora de lectura en el mejor de los casos—, lo cual es algo que por lo general no me gusta, pero es que se leen sin darte cuenta, entre otras cosas, porque las transiciones son tan elegantes y tan bien llevadas que ni te das cuenta. Pasas del momento presente al flashaback o el recuerdo, seguido de algo de exposición, y de vuelta al presente y ni lo ves. 

Esa misma elegancia está presente en las secciones de narrativa no lineal que me han parecido estupendas. No son raras las ocasiones en las que leemos primero sobre las consecuencias, y luego las causas de algo, o en las que un capítulo posterior recontextualiza el anterior, añadiéndole sentido o significado, y el resultado es muy satisfactorio. A veces hasta te saca una sonrisilla pícara por como te ha engañado. 

En otras ocasiones vemos una escena desde el punto de vista de un personaje, hasta el momento en que se descubre que un segundo personaje también está allí presente. Entonces la historia vuelve atrás y nos cuenta cómo ese segundo personaje ha llegado hasta allí, y vemos esa misma escena en común con otros ojos. 

Sobre el papel, esta narrativa no lineal debería hacer la narración algo confusa, pero no es el caso con este libro. Todo está muy bien hilado, y el romper el tiempo hace que el ritmo de la novela sea mucho más agradable. 


Si tengo que ponerle una pega a este libro es que, hacia el final, hasta en tres ocasiones que recuerde, uno de los personajes les cuenta a otros su plan, pero el lector nunca llega a conocerlo. Ya sea porque el personaje desde cuyo punto de vista se narra esa escena está malherido y pierde el conocimiento, o porque ocurre algún imprevisto, o porque, simplemente, el autor decide ocultárnoslo. Una vez, vale. Dos, de acuerdo. Tres, me parece recochineo. 

Además, eso crea unas expectativas difíciles de cumplir y, cuando en el último capítulo el plan sale a la luz... pues tampoco habría pasado nada por que nos lo hubieran contado antes. Hay revelaciones bastante más impactantes al final, que los detalles del plan. Pero esa es solo una cuestión menor, de preferencia personal. Soy así, como Catriana —uno de los personajes del libro—, me gusta saber las cosas y me reconcome el no saber. 


Sin ánimo de que este último párrafo os deje con una mala impresión del libro, dejadme que vuelva a repetir que es una lectura fantástica, muy diferente a las novelas de fantasía a las que tanto estamos acostumbrados, con muchos grises, con dilemas interesantes y con una trama llevada a hombros de la música, la tristeza, la añoranza y la memoria. Fantástico. 

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